Miles de recuerdos han sobrevolado el patio del Ayuntamiento de Huesca durante la recepción institucional que ha ofrecido este domingo la cuidad a los oscenses que viven fuera.
Recuerdos con la familia y los amigos que se acrecientan siempre que regresan a su Huesca natal, y San Lorenzo es una fecha clave para retornar y encontrarse con las tradiciones vividas desde niños.
La oscense Consuelo Laguna reside en Barcelona desde el año 74, donde ha trabajado en la Administración, y nunca se pierde la cita con las jornadas laurentinas. “No hay excusa que valga para no venir cada año a las fiestas de San Lorenzo”, asegura. “Las vivo con una ilusión y un entusiasmo increíble”, abunda.
Aunque afirma sentirse bien en Barcelona, donde se casó y han vivido sus hijos, sigue ligada familiarmente a Huesca a través de sus hermanos. “Y me considero una oscense de los pies a la cabeza”, afirma.
Desde su experiencia, explica que fuera de Huesca “a los oscenses se nos considera muy leales, generosos, bondadosos… Todo el mundo habla bien de los oscenses, con mucho cariño. Allá donde vamos somos muy bien recibidos”, asevera.
Para Ángeles Soler, San Lorenzo también es un buen momento para volver a su ciudad. Nació en Huesca hace 74 años, pero por razones de trabajo de sus padres, la familia recorrió toda España. “Siempre hemos vuelto por lo menos una o dos veces al año, porque Huesca es nuestro lugar preferido”, precisa.
“Ahora vivo en Pamplona desde hace 64 años -relata Ángeles-, pero mi corazón sigue estando en Huesca. Mis padres están enterrados aquí, con lo cual tengo una razón más para venir, para visitar y para sentirme oscense de los pies al cabeza”.
Y San Lorenzo “significa mucho para mí, por el recuerdo de mis padres, de lo que yo he vivido y la nostalgia es la que me trae aquí”, concluye.
Carlos Pérez, junto a su mujer, Antonia, se emociona como oscense estando en Huesca y solo lamenta que ya no tiene amigos aquí, aunque durante este domingo en el Ayuntamiento ha podido reencontrase con algún compañero de la infancia.
“Nací en Huesca en el año 44 en la plaza Arista y mi vida ha transcurrido en un triángulo entre Huesca, Tarragona, Madrid; dale las vueltas que quieras”, señala en referencia a las diferentes etapas que ha vivido en cada una.
“A los 14 años me fui a estudiar a la Laboral a Tarragona y estuve 5 años; vine a Huesca y trabajé aquí unos 12 años hasta que en el 76 me fui a Madrid y a los tres años me trasladaron a Tarragona”. Sumó otros 13 años antes de regresar a Madrid también 13 años hasta jubilarse con 60 años.
“En Huesca tengo mis raíces, mis padres vivieron aquí, aquí están enterrados, también mis abuelos, mis tíos, primos. Me queda una hermana a la que vengo a visitar con cierta frecuencia, dos o tres veces al año, pero para San Lorenzo vengo siempre. Eso es obligatorio”, asegura.
“Por donde quiera que voy -se emociona-, sigo siendo de Huesca, oscense cien por cien”. “Llevo mi huesqueta aquí”, dice señalando el corazón, “y no lo puedo evitar”.