Joselito Adame abre la puerta grande en el regreso de los toros a Huesca

El mexicano ha cortado tres orejas este miércoles en la apertura de la Feria de La Albahaca 2022. Ferrera y el aragonés Isiegas se llevaron un trofeo cada uno

Periodista
10 de Agosto de 2022
Joselito Adame torea en la Plaza de Toros de Huesca, de donde salió a hombros. Foto: Jacques Valat

La torería tiene su premio. Joselito Adame ha abierto por primera vez la puerta grande en la Feria Taurina de La Albahaca 2022 al cortar tres orejas de una corrida muy desigual de Antonio Bañuelos, con juego muy dispar en una tarde de San Lorenzo en la que había ganas de toros. En el sol, llenazo hasta la bandera. En la sombra, menos gente de la previsible siendo el día del patrón con más huecos vacíos que en fechas pasadas.

Con suavidad, temple y clase recibió el triunfador de la tarde al primero de su lote. Un toro castaño, Cebollino, que no envidió en absoluto a su oponente y portaba motor en sus adentros. Lo peor fue el tercio de varas, pues el animal recorrió los dos caballos y entró en ellos por incomparecencia de la cuadrilla.  El mexicano fue bajándole la mano poco a poco y lo cierto es que respondía con fijeza, cuajando grandes pases al natural. El torero disfrutaba y el público tenía ganas de verle cortar orejas. Así fue: dos orejas y puerta grande asegurada en el primer envite.

En el quinto, su segundo de la tarde, fue a rubricar lo que había conseguido al inicio. Y lo volvió a demostrar. Adame tiene una clase inmensa. Indudable por su manejo del capote con amplios registros. De nuevo, el tercio de varas fue para olvidar y, de nuevo -sorpresa-, lo mejor llegó con la muleta y la muñeca del torero. En el centro de la plaza lo templó con suma finura, aunque el toro ni por asomo tuvo la fijeza del primero. Entre medias, una pelea acalorada en el tendido de sol entre dos individuos distrajo unos minutos la mirada de la faena. Hasta el toro echó un ojo. Mientras tanto, Adame a lo suyo: toreando. Cánticos de "Joselito, oé, oé", "Joselito, oé, oé" desde el sol para acabar arrancando una oreja, la cuarta de la tarde, al animal que brindó con anterioridad a Manolo Molés, periodista y contrastado comentarista taurino, presente en el coso taurino oscense.

El primer toro, llamado Temblador, hizo honor a su nombre porque perdía las manos con una frecuencia asombrosa. Antonio Ferrera lo recibió con ganas pero ya de primeras se intuía que aquello no olía bien. Portando un capote verde, tan criticado por algunos como llamativo a ojos del aficionado, el veterano torero se mostró voluntarioso para lo malo que era el animal. Un escaso puyazo en el caballo y un tercio de banderillas que dejó mucho que desear. El toro era malo con ganas y, por supuesto, pedía a gritos una muleta bien despegada del suelo porque a la mínima que el mallorquín bajaba la mano, clavaba los pitones en la arena y se quedaba encallado. Sacó Ferrera los mejores pases al natural pero poco más que añadir. Estocada y rigurosa oreja.

Por desorden, despiste o por lo que sea, los tercios de varas dejaron un resumen pobre. Extrapolable a los lanzamientos de latas -un año más- desde una parte del graderío, que ya provocaron las quejas en la última feria. La segunda faena de Ferrera no acabó de entusiasmar al respetable -quien sabe si por la hora del bocadillo- y no transmitió. Este fue mejor que su primer lote, donde, recordamos, el torero le puso más entusiasmo y empeño. Curiosidades o incomprensiones, concluyó su tarde por la vía rápida y acabó en el centro del ruedo pidiendo una oreja al público que ni él mismo se creía. Rascando algo donde no había nada que rascar.

Matar o morir. Así llegó el aragonés Jorge Isiegas al coso oscense, que se lanzó sin muleta, a pecho descubierto, a matar su primer toro. Y a punto estuvo el animal de Antonio Bañuelos de hacerle un destrozo en toda regla cuando el torero cayó al suelo. Fue a por todas desde el minuto uno. Tenía sed de triunfo el chaval pero en esto del toreo es impepinable una composición redonda. Sin medias tintas. A su primer toro lo recibió con una larga cambiada desde el suelo. Siguió por saltilleras -suerte que se realiza citando de frente al toro, con el capote situado por la espalda del torero- tras el tercio de varas. Brindó al público una faena que empezó sosa de inicio. No acabó de conectar con el público y, sin llegar a transmitir, fue a por todas en la suerte de matar. Se perfiló, lanzó la muleta al suelo para sorpresa de los aficionados y se abalanzó con todo a matar. Pinchó. De nuevo lo intentó, a la segunda con muleta, pero volvió a tocar hueso. A la tercera, más de lo mismo. Al final, casi una decena de pinchazos con el puñal corto que acabaron con el animal.

En el que cerraba tarde poco que contar. Las ganas no fueron suficientes para la calidad del animal, con poca capacidad de transmisión. Aún así, el maño sacó todo lo que tenía dentro, sin suerte, pero con una oreja en el bolsillo. 

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de la ganadería burgalesa de Antonio Bañuelos, de desigual presentación y variado juego.

Antonio Ferrera, de grana y oro: estocada (oreja). Pinchazo y media estocada (silencio).

Joselito Adame, de gris y oro: estocada (dos orejas). Estocada algo tendida y descabello (oreja).

Jorge Isiegas, de verde manzana y oro: Pinchazo (silencio). Estocada (oreja).

 

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