Monseñor Vicente Jiménez está serenamente expectante ante las próximas fiestas de San Lorenzo, ante las que como administrador apostólico de la Diócesis quiere transmitir un mensaje a los feligreses de "alegría, de gozo, de fiesta y de paz". Anhela que la ciudad "se encienda en una hoguera de amor de acogimiento, de alegría, de fiesta" como fue aquel fuego en el que murió el santo diácono y mártir.
Monseñor Vicente Jiménez dimensiona el valor del santo para la Iglesia. "San Lorenzo es un gran diácono que, como su nombre indica del griego, fue gran servidor de los pobres en Roma junto al Papa Sixto II. Y esto le costó la muerte y por eso tiene la doble condición de diácono y mártir. Diácono, servidor; y mártir, testigo de la fe. En Roma, después de San Pedro y San Pablo es el tercer patrono y tiene dedicada una gran Basílica en el lugar donde tuvo el martirio, que fue asado en la parrilla en la forma iconográfica en como se le representa".
El administrador apostólico de Huesca recuerda a los padres de San Lorenzo, Orencio y Paciencia, el nacimiento en 225, "por tanto el año próximo se cumplirán 1.800 años del nacimiento. Y el martirio es el año 258, en tiempos del emperador Valeriano. Todo está documentado históricamente y es muy importante tenerlo en cuenta".
¿Cómo debe vivir un cristiano oscense las fiestas de San Lorenzo pensando en el patrón? "Primero, tienen las fiestas un carácter humano, antropológico, que responde a una necesidad vital del hombre. Se hace un alto en el camino de la existencia del año, son días de asueto, de diversión, de fiesta. La fiesta de San Lorenzo, como las cristianas que tienen un componente humano, son una manifestación de la alegría y el júbilo, es una explosión de las peñas, la música, la danza, etcétera. También son expresión de la libertad total y una ocasión para la convivencia y las relaciones humanas".
Agrega que, en todo caso, nos ofrecen un doble mensaje: "El del servicio que tenemos que hacer a los demás, como él lo hizo con los necesitados y los pobres de su tiempo en Roma, y el mensaje también de dar testimonio de nuestra fe, no avergonzarnos de nuestra fe, sino ser capaces como él de llegar si hace falta hasta el martirio. Un mensaje muy actual doble el que nos da San Lorenzo: como diácono, de servidor de todos, especialmente de los pobres y vulnerables que son los tesoros de Roma y, segundo, el de ser valientes a la hora de confesar la fe. La fe no se impone, pero se propone, y uno es capaz de, por defender la fe, morir por esa fe en Cristo".
ADORMECIMIENTO DE LA FE
Vicente Jiménez Zamora asegura que, si hoy tenemos "una fe un poco vergonzante, que nos da vergüenza porque no se lleva y no es políticamente correcto, y una vez el que es consecuente, coherente con su fe, va contra ese corriente secular de nuestro mundo en esta paganía existencial en la que nos movemos, en esta especie de secularización. Hace falta el valor de testimoniar la fe y dar ese valor a lo que creemos. Uno decía que los mártires eran semilla de los cristianos, porque la fe se autentifica cuando es capaz de derramar la sangre por aquello que se cree. Uno no muere por el teorema de Pitágoras, ni por un principio filosófico. Uno muere por una persona que le ha fascinado, que ha sido todo en su vida. Y uno se hace cristiano por ese encuentro personal con Cristo y es capaz de morir por él".
Incide el obispo emérito de Zaragoza en que "hay como un adormecimiento y una anestesia de la fe, y una forma incolora de vivirla. Y hay que darle valor, hay que darle color, hay que darle vida, hay que darle fuego, y esto es lo que nos transmiten los mártires. Precisamente, el fuego de la parrilla de San Lorenzo es el fuego que enardece el corazón para vivir estos momentos de cierta apatía, de adormecimiento de la fe para vivirla con alegría. La fe tiene que ser un testimonio vivo, valiente, alegre. La alegría del Evangelio, porque quien se encuentra con Cristo vence la tristeza, el tedio, la monotonía y empieza a vivir. Siempre nace y renace la fe con la esperanza. Y eso nos transmite San Lorenzo actualmente a nuestro mundo. Por eso es un testimonio de servicio a los pobres y de testimonio de la fe, muy actual y muy valiente".
La fe tiene que ser un testimonio vivo, valiente, alegre. La alegría del Evangelio, porque quien se encuentra con Cristo vence la tristeza, el tedio, la monotonía y empieza a vivir
Alude el administrador apostólico al papel de los sacerdotes en la misión de la Iglesia en este momento, más importante que nunca. "Los sacerdotes somos hijos de nuestro tiempo, con nuestras fragilidades y debilidades, y estamos llamados a hacer también una conversión profunda, a vivir la fe como un enamoramiento, como una pasión, como algo que nos implica todo en cuerpo y alma. Y, cuando uno vive intensamente la fe, la contagia. Porque uno no se hace cristiano por propaganda, por proselitismo, sino por el testimonio. El testimonio convence, el testimonio vence, y el testimonio es la mejor predicación. Las palabras vuelan pero los ejemplos y los testimonios arrastran. Y esto es lo que nos transmite en clave de permanente actualidad San Lorenzo".
Monseñor Vicente Jiménez participará en las fiestas desde la víspera, en la Eucaristía del último día del Triduo, en las Solemnes Completas que "es una gran manifestación religiosa de fe, de cultura, de música, con una gran apoteosis que nos prepara para el día grande de la fiesta de San Lorenzo" del día 10, en el que participará en la procesión, con danzantes y la imagen y reliquia del santo, y en la Misa Solemne Pontifical o estacional en la Real y Parroquial Basílica de San Lorenzo.
Concluye el administrador apostólico transmitiendo "un mensaje de alegría, de gozo, de fiesta y de paz. Que Huesca se encienda en una hoguera de amor, de acogimiento, de alegría, de fiesta como es la hoguera donde murió San Lorenzo".