Con este lema se pudo apreciar y constatar en la magna exposición que del 15 de junio al 10 de julio de 2022 estuvo visitable en el Centro Cultural de Ibercaja de Huesca (Palacio Villahermosa), que fue organizada por la Real Cofradía de San Lorenzo, siendo su catálogo ilustrado presentado al público el pasado día 2 de agosto de 2024 en la Real Basílica Laurentina, y que nos recuerda como el fervor al patrón ha sucedido a través de los siglos y su historia, la cual está marcada por constancias de que ocupada la ciudad en el año 716 por los árabes dejaron solamente en pie la iglesia de San Pedro, arrasando todos los templos incluido el dedicado a este Santo que figura en documentos como “San Lorenzo extramuros”, es decir, fuera de los muros junto a la puerta de la “Alquibla”. Documentalmente se conoce que reconquistada la ciudad en 1096, se trabajaba ya en la reconstrucción del templo en 1097.
Tanto la exposición como la publicación de este catálogo ilustrado pusieron de relieve reliquias, piezas y documentos que nos hablaron de un pasado que siempre tuvo el fervor oscense hacia San Lorenzo, desde los detalles más sencillos como medallas, gozos o estadales, hasta las mejores piezas dedicadas a la liturgia, predominando sobre todo el signo de la Parrilla, que como muy bien dijo P.H. Delehaye: “Aunque todos se confabulen para decir que San Lorenzo no pudo ser el que se cree, hasta el fin del mundo, la parrilla será el único emblema universal por el cual se le reconocerá”.
Dentro de esta exposición, la simplicidad del “Signum” del mártir Lorenzo, la parrilla, esa insignia que la mayoría de oscenses llevan al cuello, y que nos da una idea de su antigüedad y sobre todo de su sencillez, se expuso con un martillo cortante, que por golpe sobre una placa u hoja de plomo, recortaba la que sería “specula” del santo oscense, una especie de medalla o sello que eran realizadas en una tirada corta y controlada por la curia eclesiástica, pues solamente se hacía entrega al peregrino, y su estampación en plomo, era privativa, estando reconocida mediante Bula concedida el año 1207 por Inocencio III a la basílica “extramuros” del mártir oscense, en el marco de la peregrinación.
En 1297 el rey Jaime II se encuentra en Huesca desde agosto a septiembre y reconoce la necesidad de reparar y engrandecer la casa del Patrón oscense, ordena y auspicia una nueva construcción, promueve ayudas, refunde las Cofradías bajo su advocación y trata de imitar a su abuelo Jaime I que cuarenta años antes había creado el sello de peregrino de Santa María de Salas, por lo cual, este rey, propicia esta parrilla como distintivo de visita laurentina, para el peregrino, perdurando desde el siglo XIII, puede muy bien catalogarse como uno de los primeros troqueles de sello del peregrino de Europa.