Siega y fiesta, la jota se eleva a la dimensión de la verdad con Elenco Aragonés en su 30 aniversario

El Parque Miguel Servet se llena de belleza inmemorial y de fe en el folclore, con tributos emocionantes a María Grúas y Lorenzo Allué

15 de Agosto de 2024
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Elenco Aragonés luce talento en San Lorenzo

No existe belleza más sublime que la recubierta de verdad. A través de este sublime desposorio, emana la fertilidad hacia el nacimiento de otros valores: la autenticidad, la profundidad, la ética, el arte y, en expresión de éste, el quinto retoño, la jota. Por este árbol de ramas frondosas e indestructible, nuestra identidad se hace inmemorial y, cuando media la pulcritud, surge el portento.

Así, portentosa, ha sido la actuación de Elenco Aragonés, que arranca de las raíces, la siega y la fiesta en indisoluble asociación, y se alza, como si tuviera una planta trepadora con impulso automático, hasta el cielo. Allí donde la recibe con brazos abiertos Lorenzo Allué Alfaro, que fue del reparto de Amores de Siega. Y donde uno se imagina, por amistad de todos, a nuestro entrañable Antonio Torres Millera. Y acá, en el campamento base de ese viaje inevitable, María Grúas en su valle de lágrimas que esta noche ha transformado en sonrisas, como ha querido desear Pablo Gracia, la voz recia de palabra sedosa que, por cierto, cumplía años.

En 30 años, ha conseguido Elenco Aragonés una obra maestra. En ella confluyen aquellas pinceladas de la ilusión de los primeros momentos, esa sanísima ambición de mejorar personalmente para elevar la jota, esa capacidad docente para moldear voces, movimientos, músicas y caracteres de quienes se iniciaron en el Barrio de San Martín y a estas fechas hasta han formado familias. La virtud ha estado en el camino, y ahora cosechan la excelencia. Es el mérito de pensar con mentalidad de alta escuela. Y Elenco ahora mismo está en la cúspide. Indiscutible. Para negarlo, es precisa una sobredosis de envidia.

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La actuación de este 14 de agosto, la que ha cerrado un ciclo tan sólo restringido por la lluvia que impidió el sueño de Santa Cecilia (a quien Pablo Gracia, por cierto, envió un cariñoso recuerdo), ha sido un prodigio costumbrista. Como si versionaran Amores de Siega (2002). Una escenografía cuidada por el sudor campesino y por la autenticidad creativa. Un inicio locuaz, de segadores que recolectan el fruto de sus sudores y mujeres que respingan bajo el sol. Los espectadores, que suman tantos de pie como sentados por la expectación de elenco, escuchan complacidos el reconocimiento a los que llegamos después a vivir entre algodones de comodidades. Ellos que llegaban tan contentos porque las espigas de oro ya van granando, que reza la jota!".

El escenario es rural, en todo, se suceden los paseos y los corrillos, incluso se les oye hablar a los "extras" mientras los protagonistas actúan. El Coro de Segadores eleva sus voces al cielo mientras la espigadora recoge las espigas doradas de las manos divinas de los hombres que siegan. La fluidez se apodera de la actuación. El baile de la espigadora, "La rosa del azafrán", da paso a la Mazurca de Sinués, que proclama que la siega es el lugar mejor para enamorar, testigo de amores y desengaños, lugar para hacer planes de noches rondadoras.

Se desata la oralidad musicada. José Luis Rebollo camino del Saso, Ana Lacoma a la que el amado juró el amor con un beso, Agustín Bailo que descubre dando vueltas al trillo la intensidad con la que quiere. La Olivera, ya han llegado las mozas y es momento de cortejar porque para San Miguel el pretendiente aspira a casar. Javier Cao interpreta la Jota de las Cinco Villas, "a la mar por ser honda las voy echando penas y pesadumbres que me vas dando".

Las esbriznadoras ya apuntan que la tarde se hace fiesta y es hora de bailar, "tiempo de recompensas, el momento de amar". El vestuario y los movimientos nos han introducido en la máquina del tiempo para adentrarnos en épocas pretéritas. Hombres y mujeres se complementan virtuosamente en El Bolero de Albalate, los primeros procedentes de segar ilusiones para hacer el mejor ramo, las gavillas la esperanza que anhela el trabajo de ellas.

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El baile poderoso de Elenco Aragonés

YA ES HORA DE LA FIESTA

Fin de la siega, guardado el granero, hay que celebrarlo. Las hoces se metamorfosean en guitarras que templan para ir a rondar, y el trillo es baile de mozas y mozos que esconden en su mirada los sueños del futuro. Mantillas y rosarios, el repertorio de letras y sonidos para la jota. Y Elenco Aragonés tiene interiorizada su condición de reyes de la ronda.

Con atuendo de oración, un hermoso Dios te Salve a capela sobrecoge a la concurrencia. La plegaria como arranque de la fiesta. Los siguientes en irrumpir son la pequeña Julia, que proclama que canta con la jota porque está muy feliz por el advenimiento de la jota, y Álvaro, un poquito mayor, que le recrimina que no sabe bailar: "Si en Huesca pones un pie, otro pones en Plasencia". Carla, Carlota, Cecilia, Elisa y otras compañeras salen en defensa de Julia: "Mira quién se ha puesto a hablar, bailador de los peores, que solo en una canción te da treinta pisotones". El humor y el picadillo es fiesta.

Avanza el espectáculo, con Naya recordando que las calles huelen a fiesta y el pueblo se engalana, Dani asegurando que la fiesta olvida las penas y nacen amores eternos al son de una rondadera. Es el momento de danzar con la Jota de baile, ¡bailad, zagales, bailad, que estamos de fiesta! Las castañuelas suenan alegres. Loreto Monaj se marca un estilo proclamando que en la ventana ya espera una moza enamorada. 

Tiempo de campeones. Mercedes Budiós, a la sazón directora de canto del espectáculo, emula las campanas de Ramiro el Monje, porque su voz alcanza hasta los confines del reino: "Un camino nos espera y juntos hemos de andar, con anhelos compartidos de años de felicidad". El amor ha de florecer para fructificar en San Miguel, campanas de boda.

Javier Badules, alma de Elenco Aragonés, director de la rondalla, vitrinas con los máximos trofeos, trae su corazón para que la amada haga "lo que quiera con él". No quiere traerle flores, sino las palabras para que la acompañen. Las palmas pican ya las manos porque más fuerte no pueden chocar, y la emoción alcanza esferas insospechadas.

Vienen seis rondaderas. Todos proclaman la salida de la ronda a rondar con mozos valientes para cantar a las mozas más bellas que los claveles. Rebollo, Agustín, Pablo-Javier, Javier Cao y Javier Badules interpretan siete, porque ese fenómeno de la improvisación que es Badules agasaja a Pablo Gracia ("un mozo de Huerto que además de gran letrista también es su cumpleaños"). Punto álgido: la copla cantada por Joaquín Campodarve a la madre de la destinataria en 1959: "Clavelina te dieré, pero flor de lirio no, porque el lirio se marchita y la clavelina no".

Pablo Gracia despide, emocionado, con el apoyo a María Grúas en su fatigosa enfermedad que ha motivado que se le eche, y mucho, de menos. A no tardar, se le echará incluso de más en su intensidad. Y recuerda a Lorenzo Allué Alfaro, al que define como un gran cecilio con el que tuvieron la fortuna de disfrutar en Amores de Siega. Anuncia un gran concierto de 30 aniversario en el Palacio de Congresos.

Final apoteósico: Gigantes y Cabezudos. "Al bailar, brinca el corazón, y suenan las jotas con la mejor voz. ¡Vivamos la fiesta con gran ilusión!" Los corazones han escaldado peldaños en la trepadora y ya tocan el firmamento. Donde están los elegidos que celebran la fiesta porque han completado una gran siega. Elenco Aragonés, gracias por tanta y tan auténtica belleza.

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