Ficha del festejo:
Lleno en la plaza de toros de Huesca en el segundo festejo de abono de la Feria de La Albahaca 2024. Seis toros de la ganadería de Miranda y Moreno y Samuel Flores, descastados y de pobre presentación.
Enrique Ponce, de gris ceniza y oro: estocada caída y perpendicular. Estocada desprendida (oreja).
David Galván, de nazareno y oro: pinchazo y estocada, descabello (aviso). Estocada (oreja).
Ginés Marín, de rosa palo y oro: estocada tendida (aviso). Estocada (dos orejas)
Segunda tarde, segunda puerta abierta. Segunda tarde, misma pobreza ganadera. Ponce se ha despedido este domingo de Huesca cortando una oreja de poco peso a “Recobillos”, el toro con el que decía adiós a la afición oscense que le ha brindado una sonora ovación, en mitad de un desierto con nada que llevarse a la boca. Entre el bochorno del calor y la inoperancia de los animales, la tarde, para la gran mayoría, se ha hecho muy cuesta arriba. Tan sólo la ha salvado la sinceridad emocionante de David Galván, un soplo de aire fresco entre tanto pegapases de mala colocación; y la voluntad y el valor de Ginés Marín que se ha ido convencido a abrir la puerta grande en el que cerraba la corrida. Malísima a todas luces por su falta de raza y penosa presentación.
Sin duda, el principal atractivo antes de las 18:30h era Enrique Ponce, que este lunes recibirá el homenaje del Ayuntamiento de Huesca en el Salón de Justicia. Pero antes, el diestro de Chiva ha recogido desde el albero el reconocimiento de la Policía Nacional, las Peñas Recreativas y la empresa Tauroemoción.
Con el que abría plaza no ha tenido opciones. Un petardazo en toda regla. Un toro sosón, sin raza, cabeceador. Tan feo como malo. Ponce ha brindado al público después de que el animal estuviera a punto de derribar al caballo en un tercio de varas complicado por su ejecución.
En el cuarto, casi se podría decir que el principal protagonista no ha sido Ponce, sino su subalterno Víctor del Pozo firmando un tercio de banderillas impecable. Ponce se ha despedido de Huesca toreando desde el hotel a un animal sin recorrido ni fuerzas, con el que por supuesto no ha podido obtener ni una gota de emoción. Una estocada desprendida le ha servido para cortar una oreja generosa.
Galván se ha presentado por primera vez en Huesca haciendo gala de su buen gusto y fino estilo. Delante, en primer lugar, ha tenido un toro feísimo, una completa aberración. Pero todo ha cambiado cuando Galván ha cogido la muleta para dar una lección de temple y colocación ante el animal. El diestro le ha dejado la muleta en la cara de un animal carente de raza. Unos arrimones para sacarle lo que no tenía han dado por finalizada la faena antes de pinchar.
En su segundo, el quinto, un toro con mucha más cara y trapío, poco que resaltar. Después de entrar dos veces al caballo, algo apenas visto en esta plaza, en la muleta le ha faltado recorrido y calidad en la embestida. Y es que a la movilidad tan sólo la impulsa la raza. Una buena estocada le ha dado la oreja del público.
La tarde la ha cerrado Ginés Marín, que se ha ido, voluntarioso, de cabeza a abrir la puerta grande tras no poder hacer nada con el descastado tercero. Un toro muy chico, una alimaña abanta con muy poca plaza, que no han hecho más que aumentar las ansias del bocadillo. Y es que a esas alturas podía ser lo mejor de la tarde.
Así, Marín era sabedor que tenía que derribar la puerta en su última oportunidad. Una ceñidas chicuelinas combinadas con un par de tafalleras han desatado los primeros “olés” de un público que tenía unas ganas locas por rascar algo de una tarde de auténtica pobreza. Delante un toro con codicia que se ha ido apagando en el tercio de muleta donde GM tan sólo ha podido rescatar un inicio de rodillas, varios pases de pecho y una serie de arrimones en un sinfín de pases, antes de exprimirlo hasta la saciedad. Dos orejas tras una faena de mucho ruido y pocas nueces.