No, no escribo sobre un restaurante. Sobre una terraza. Sobre un establecimiento hostelero. Sobre una marca. No, es mucho más, y por eso estoy satisfecho de haberme implicado en una cruzada cuya causa no es sólo justa, sino suprema. Por eso, en la noche prelaurentina, decidí -muchas horas después de iniciada la jornada laboral- dar un rodeo a la salida e irme hasta la plaza de los Urreas. Me acordé de una expresión magnífica de Leon Tolstoi: hay quien cruza el bosque y ve solo leña para el fuego. Y, cuando llegué, me fascinó. Es probable que haya sido por la sugestión y el anhelo tras semanas en las que he padecido con las zozobras de Pilar, una empresaria que emprende a sus 63 años el proyecto quizás más arriesgado de su vida, seguro que el más hermoso.
En penumbra, con la luz suficiente para ver la cena y la mínima para que la relajación impere en medio de tanta belleza, Elvira Hidalgo "by David Gatta" resplandecía entre el vergel al que contribuyó Elena Torres. Y ahí alcancé a trascender sobre el concepto de un restaurante que da comidas, cenas y almuerzos para apreciar un espacio cultural y natural que es, además, el primero de los caminos que debiéramos recorrer. Por la mañana, mi compañera María José, plena de perspicacia, sugirió que sería estupenda una acción similar sobre la trasera de la pastelería Ortiz. Quiere decir que, al igual que la Córdoba de los patios, podríamos diseñar la Huesca de los jardines verticales. No faltan espacios que, rehabilitados, darían otra prestancia a la ciudad.
Me gusta pensar, porque pensar bien es saludable, que en la visión de esta trascendencia de la obra de Pilar Sancerni confluimos todos. Se me ocurre que, a la gente con tanto empuje, no habría que limitarlos con papeleos, sean más o menos absurdos (que, haberlos, haylos, doy fe). Que el ayuntamiento habría de habilitar la figura del facilitador, aquel que permita que todo fluya y que, en la creación, el emprendedor no pierda ni minutos en trivialidades -sic- burocráticas. Y, sin embargo, el proceloso camino de Pilar se solventó, cuando parecía embarrancado, el mediodía del 8 de forma satisfactoria. Y es justo indicar que el Ayuntamiento de Huesca abandonó la rigidez providencial que le acompaña y fue flexible. Que hablando se entiende la gente. Y yo he felicitado hoy a los responsables por esta actitud, porque quiero interpretar que han sabido ver el foco de la obra de El Alambique. En sentido idéntico, la actitud positiva de Aragón TV (la misma que me tiene vetado) y de Altoaragón Televisión.
Mirar largo, actuar en corto. Esta ciudad necesita desprenderse de procedimientos escleróticos y favorecer a quienes aportan. Alejar los obstáculos y los obstaculizadores, eliminar el argumento hierático de las ordenanzas y las normas, crear sobre las regulaciones para que no sean hándicaps insuperables. Quiero pensar que el vergel de Pilar es, en realidad, un verde de esperanza para un cambio de paradigmas y soy plenamente consciente de que me replicarán que estoy equivocado, que la versatilidad ya existe en las instituciones. Y, sin embargo, no. No es no.