FICHA
Plaza de Toros de Barbastro. Más de media entrada. Presencia de autoridades, entre ellas el presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Isaac Claver. Ha estrenado la plaza el escudo de Barbastro en los burladeros, obra de David Gatta.
Ganadería de Camino de Santiago. Antigüedad: 2002. Pastan en la finca "Le Penin" Monclar Sur L'Osse en Gers, Midi Pyrénées. Divisa blanca y azul. Señal: oreja derecha partida. Encaste Juan Pedro Domecq de línea Marqués de DomecqDe mayoral ha ejercido en Barbastro su propietario, Jean Louis Victor Jacques Darre. Toros bien presentados, con fuerza y nobles.
Presidencia: Fernando Torres Chavarría. Asesor artístico: Luis Grasa. Asesora veterinaria: Pilar López.
Incidencias: Se ha guardado un minuto de silencio en memoria de José Antonio Torres, recientemente fallecido y que fuera concejal de Fiestas en Barbastro. Un picador de la cuadrilla de El Galo ha terminado en la enfermería al ser derribado el caballo por el tercer toro del festejo, que le ha caído encima. Se quejaba el varilarguero de la pierna, pero ha salido de la atención sanitaria aparentemente sin problemas serios.
El cartel: Serafín Marín, estocada entera, ovación; silencio tras tres pinchazos, aviso y estocada entera. Imanol Sánchez, estocada, una oreja; estocada levemente caída, dos orejas; André Lagravére “El Galo', pinchazo y estocada, una oreja; estocada, dos orejas.
La de Barbastro siempre es una corrida de toros singular desde hace muchos años. Primero, porque es la única de la feria, acompañada del festejo de las vaquillas para mantener la afición. Segundo, porque el espectador sabe que es un todo o nada. En el remozado coso taurino barbastrense no habrá oportunidad de disfrutar de paseíllo hasta el próximo 8 de septiembre, y eso tiene su simbología. Y, tercero, porque es una ratificación de la vocación taurina del medio aforo largo que sabe que éste es uno de los grandes acontecimientos del programa, de los más esperados.
El simbolismo se acrecentaba en esta dominical. Serafín Marín, torero fino y valeroso, ha sido la resistencia contra la desaparición de los toros en Barcelona y en parte de Cataluña. Imanol Sánchez, tipo inteligente además de buen lidiador en el inhóspito universo de las figuras, tiene un discurso coherente y brillante ante las arremetidas antitaurinas. Y El Galo, André Lagravére, es otro de los exponentes de su México natal frente a los populismos que invaden Hispanoamérica y que no dudan en tratar de finiquitar cuanto tiene que ver con España.
Y es que una corrida de toros, exactamente igual que expresaron a través de sus pinturas y sus poemas los Picasso o Goya, los García Lorca o los Hemingway, va mucho más allá de lo que los ojos transmiten. En esta corrida de Barbastro ha triunfado Imanol Sánchez, cuya madurez taurina a sus 35 años no se corresponde con la falta de oportunidades que hacen que la de Barbastro también sea singular por único. Y ahí que el bueno de Imanol, con sangre aragonesa y navarra, haya salido a comerse a los buenos toros de Camino de Santiago, buen comportamiento el de los astados franceses en presencia de su propietario.
Imanol se ha empleado en todos los tercios, aseado con el capote en el segundo de la tarde, su primero, valeroso con las banderillas y porfión con la muleta aunque sin gran lucimiento. Estocada entera y oreja para empezar.
Lo que bien empieza acaba mejor para la voluntad del torero aragonés. Ante su segundo, quinto de la tarde, ha salido a comerse el albero, vistoso con el capote para recibir a su oponente, acertado con los rehiletes que han entusiasmado al respetable e hilando una faena variada por la derecha y al natural, con adornos muy vistosos y el remate ideal. Estocada y dos orejas. Puerta que sabe grandiosa a un diestro necesitado de reafirmación y de oportunidades.
También El Galo ha franqueado el portón barbastrense con idénticos trofeos. El centroamericano ha sabido entender a los morlacos, les ha dado el aire que necesitaban, especialmente al primero que ha sido más complicado. Una faena en la que ha sufrido el sobresalto por el incidente del picador al que ha aprisionado el caballo. Del brío inicial del toro, se ha transitado a una menor fuerza pero André Lagravére lo ha interpretado y ha matado tras pinchazo para un apéndice de premio.
En el que ha cerrado plaza, El Galo se ha gustado, ha disfrutado ante los pitones desde el primer tercio para articular con la muleta una bonita faena con mucha armonía, parando, mandando y templando como mandan los cánones. Al final, dos orejas tras estocada.
El menos afortunado con su lote ha sido Serafín Marín. El de Montcada i Reixach no es el de sus viejos tiempos laureados, pero mantiene el buen gusto que siempre le ha caracterizado en el manejo del capote, donde es poderoso, y la firmeza de su muleta. Sin embargo, ha cometido sendos pecados a la hora de matar: en el primero se ha eternizado antes de colocarlo para la suerte final y en el cuarto de la tarder ha dado todo un mitin. Ovación en la primera faena como reconocimiento a su calidad, silencio en la segunda.