Ángel Mas Portella ha sido este año el pregonero de las fiestas de San Mateo de Monzón, una localidad que ama por los cuatro costados, que vive intensamente y que siempre sueña en grande. Se siente “buen” montisonense y ha procurado cuidar siempre a sus vecinos en sus establecimientos y luchar a través de múltiples asociaciones por mejorar. Ha estado al frente del sector empresarial de la Hostelería provincial, ha sido presidente del Atlético de Monzón, se ha involucrado en la defensa del ferrocarril, entre otras coordinadoras, y actualmente preside Ceos-Cepyme, Monzón-Cinca Medio.
La gala del pregón celebrada el pasado sábado la vivió “intensamente”. La actividad pública que ha tenido Ángel Mas a lo largo de su vida le ha puesto ante múltiples actos y entrevistas, pero su alocución como pregonero fue diferente para él. “Me llegó al corazón, fue un honor que no sé si me merezco o no, pero que ya lo tengo y que me va a acompañar todos los días de mi vida. Ha sido entrañable”, remata.
Durante el acto explicó su trayectoria profesional, cómo sus padres le trajeron desde La Puebla de Castro cuando era un bebé a Monzón, donde empezaron su trayectoria con una cantina. “Luego llegó un barecito y hemos ido progresando hasta tener un pequeño grupo que está dando buenos servicios a Monzón y a toda la comarca”, apunta Mas.
Se muestra agradecido tras tantos años de trabajo. “Monzón nos ha dado todo. A mis padres, primero, luego a mí y ahora mis hijos. Gracias a ellos hemos crecido y somos lo que somos. Y sobre todo que ha habido mucho afecto y mucha fidelidad”, destaca.
En este sentido, Mas valora que su mejor márquetin han sido las propias opiniones transmitidas por los vecinos de Monzón: “Ir al Piscis es estar en nuestra propia casa, ir al Hotel Mas es garantía de éxito”, recuerda, y también que en las familias se han hecho en sus locales los eventos de los padres, hijos, nietos y ahora ya otra generación. “Estamos dando servicio a cuatro generaciones y ellos nos lo han dado todo, de verdad”, remarca Mas.
Ser de Monzón es “una emoción muy grande, lo llevo muy dentro”, describe Ángel Mas, quien recuerda que un amigo siempre le denominaba como “un gran monzonero de La Puebla de Castro”. Según cuenta, “me lo grabé en una plaquita y le tengo mucho cariño, pero hice una pequeña modificación: cambié lo de gran por buen. Los que son grandes de verdad son nuestros olímpicos, que gracias a su esfuerzo y trabajo han puesto Monzón en el mapa mundial. Yo con ser buen monzonero… eso sí, tan bueno como el que más”, asegura.
No se inclina por destacar algo de la localidad sobre lo demás. “De Monzón me gusta todo, porque hemos tenido la suerte en nuestro desarrollo profesional -fíjate si es difícil- de haber tenido en todos los barrios de Monzón una puerta abierta al público con presencia física. Y a eso le agregas que soy un gran defensor del castillo templario, que he luchado y he tenido pesadillas con un parador nacional, ahora con un teleférico y he peleado nuestra catedral, la ermita de La Alegría y esa chimenea -no sé quien tuvo la idea de mantenerla-, que es un símbolo identificativo de lo que es Monzón. también me encanta. Monzón es un punto de emotividad y de cariño tremendo”.
No ha querido olvidarse, para terminar, de sus padres “que tomaron la decisión de establecerse en Monzón”. “Y de mi mujer -añade- que me ha aguantado y ayudado en todo momento, y mis hijos y el resto de familia y amigos”, finaliza.