Doña María Cruz Coré López

Falleció el día 15 de octubre de 2023, a los 76 años de edad

Habiendo recibido los Santos Sacramentos y la Bendición Apostólica

D.E.P.

Sus apenados: Esposo: don Jesús Bernués Gavín; hijos: Sergio y Eva Flamarique, Elena y José María Rufas; nietos: Diego, Luis, Álex, Ana, Laura, Mario y María; hermano: Antonio; hermanos políticos: Delia Bradineras, Simeón Bernués y Beatriz Cidad, María Pilar Bernués y José Antonio Martínez; sobrinos, primos y demás familia.

Las honras fúnebres se celebrarán el día 16 de octubre, a las 11:00 horas, en la Parroquia de Santiago Apóstol y acto seguido la conducción de la fallecida al cementerio de esta ciudad de Huesca, donde recibirá cristiana sepultura.

La capilla ardiente está instalada en el Tanatorio de Huesca. Funeraria La Oscense-Agustín Castellar. Calle Fraga, número 11.

LA SUBLIME ENTREGA DEL AMOR MATERNO

María Cruz Coré ha dejado de su mano amantísima a sus seres más queridos con la misma discreción y bondad con la que siempre se ha entregado a ellos. Con abnegación, con sacrificio, con austeridad en el gesto, sin quejarse nunca aunque el dolor apretara.

A estas horas, estará ante la imagen del Santo Cristo de los Milagros cuya devoción le ha acompañado en esa vida a la que tanto tenía que dar, pero en la que tanto ha ofrecido a todos.

María Cruz nació hace 76 años en Huesca, fruto del amor de sus padres, Aurora y Antonio, con ascendencia de Arguis por vía de su abuela. Se aplicó en los estudios en el colegio la Normal y hubo de incorporarse después al mundo laboral. Fue de las primeras trabajadoras de la mítica Meyba.

Su acendrada vocación familiar le decantó por voluntad propia hacia el cuidado de sus hijos, Sergio y Elena, que concibió fruto de su matrimonio con Jesús, un buen hombre, un hombre trabajador forjado en sus orígenes en el Pirineo.

María Cruz impregnó a sus hijos el placer de la lectura que ella cultivó hasta su último hálito. El último libro que completó fue "Contracorriente" de Javier García Antón, amigo y compañero de aventuras y sueños de su hijo Sergio. En sus días postreros, se hallaba sumergida en esa bonita historia de "La frontera lleva su nombre" de Elena Moreno, las andanzas de esas mujeres que cada año traspasaban las fronteras para fabricar alpargatas en Francia.

A pie descalzo ha transitado María Cruz por la vida, una mujer tranquila que ha repartido su amor infinito a su marido, a sus hijos, a sus nietos y sus amigos con la misma filosofía de la vieja medalla del día de la madre: dar mucho sin pedir nada.

Después de tres años de resistencia admirable y sobria ante los ataques de la enfermedad, el mal ha dejado de anidar en sus entrañas y de María Cruz quedan para la eternidad las lecciones de humanidad legadas a sus seres queridos y su gran discurso perpetuo de amor que no precisa de palabras, porque sus gestos, sus acciones, su entrega han hablado por sí solas. Descansa en paz para siempre. Que el Santo Cristo de los Milagros le acoja en su seno.