Acabo de leer varios artículos en Infovaticana firmados por Aurora Buendía donde carga frontal y directamente contra don Ángel Pérez, obispo de Barbastro-Monzón.
Veo que es una hábil escritora, polemista encendida y opositora acérrima de la persona del Papa Francisco, de su figura y de las decisiones tomadas como cabeza de la Iglesia.
Ignoro si pertenece al Opus o simplemente simpatiza con el poder tradicional, lo que tengo claro es que no comparto absolutamente nada de lo que dice.
Me duelen los continuos desprecios y juicios de valor contra todo lo que no sea SU VERDAD, la única posible..
Por eso:
▪︎ Cuando pide que al Obispo de Barbastro-Monzón se le promueva a otros cargos donde su presencia sea mínima o residual, sólo puedo sentir vergüenza ajena y mucha pena por el dolor de quien lo dice. Ignora que son bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia.
▪︎ Cuando solicita que lo trasladen a coordinador de procesiones rurales me duele que no se den cuenta de que afortunadamente la Iglesia está en todos los lugares, también en el mundo rural. Que seamos pocos y envejecidos no es razón para que nos borren del mapa.
▪︎ Cuando sugiere que lo hagan consiliario de sordos y ciegos me alegro por este grupo, por la inmensa suerte de quienes ven y oyen perfectamente con el alma y no sólo con sus sentidos. Si alguna vez le dan al obispo Ángel esa tarea me apunto a la cofradía del silencio. Olvida esa ilustre escritora que Cristo está con los pobres, con los necesitados, en la discapacidad precisamente como ayuda para superar el dolor y la frustración dándose a entender sin palabras a las mil maravillas
▪︎ Cuando pide que lo envíen de párroco a un aeropuerto lejano solo pido saber a dónde lo destinaría ella para ir a visitarlo. Con sumo gusto recorrería la distancia que hiciera falta para charlar, para tomar un café o para compartir aunque sea un menú barato en una esquina lateral de un día gris.
Aunque Ángel no sea mi obispo, siempre le estaré agradecido por sus continuas muestras de coherencia, de sensatez, de prudencia, de valor y de empatía. También por ser cura de los de verdad, cercano, generoso y entrañable.
Le deseo mucho bien, pero sobre todo que siga al frente de su diócesis mucho tiempo más.
Le agradezco de todo corazón que siga agachándose para ponerse al nivel de los alumnos de Infantil. Pocos prelados entienden la importancia de dejar que los niños se acerquen a mi.
Si todo esto es ser un "obispo trampantojo" qué se le va a hacer, me apunten a él.
¡Qué mala es la envidia!