Aragonesxs: lo hermoso, 2024, David Almazán y el Hokusai Manga

Abogado
05 de Enero de 2024

Recientemente tuve la oportunidad de disfrutar de la presentación  de la última maravilla bibliográfica publicada por David Almazán Tomás, doctor en Historia del Arte y profesor de Arte Oriental en la bellísima y renovada Facultad de Filosofía zaragozana.

Amigo personal, embarcado como vicepresidente honorífico en la aventura de la creación de la muy vigente Asociación Aragón Japón, ha de decirse que el acto fue para mí equivalente a una cena de Nochebuena con la familia elegida.

Navarra con toda su potencia económica, en una de cuyas esquinas fue tierra natalicia de Francisco de Xavier, nunca ha desarrollado, más allá de embajadas comerciales y algunos actos de relumbrón y presupuesto importantes, una relación con todo el corazón con la cultura japonesa. Isshokenmei, expresión japonesa que se traduce como “dándolo todo” y no una parte.

Sí han tenido otro tipo de vínculos y tradición como la exportar jesuitas y cultura navarros a Goa y Yamaguchi, acordar hermanamientos sin mucha base debajo o bautizar una plaza con hermoso jardín japonés con el segundo nombre en Pamplona. Ello de por sí genera actos culturales, semanas de Japón y vida institucional y algo de que ello queda.

Pero en la Navarra oriental donde nació este cruzado, y lo constato como descendiente de la merindad de Sangüesa, tienen pendiente esa pasión incluso en la escuela. Mientras que Aragón sí existe base y se ha creado, contra todo pronóstico, lazos imperecederos, gracias a la labor de  un conjunto disjunto de expertos y no en vida y tradiciones de Extremo Oriente como a la afición aragonesa por el kendo, el karate, la abundancia de pintores de brocha fina o la tradición musical.

Cuestiones que el Gobierno de Aragón se limita a no obstaculizar, tratándose de un amor desinteresado, desincentivado y verdadero. Del no presupuestario o porque los críos aragoneses no tienen otro lugar más lejano en que evadirse de páramo y lo que les educan a que perciban como fealdad. Allí está nuestro error de no valoración de lo propio.

Así, David presentó en diciembre su publicación “Hokusai Manga” que compila, da luz y comenta un cuaderno de magníficos esbozos, galería de tipos y paisajes creados por Katsushika Hokusai, del que existe un ejemplar muy bien conservado en Zaragoza.

Hokusai, el principal genio pictórico junto con Hiroshige, ha pasado a la posteridad a la altura de Rembrandt o Goya como autor de una estampa célebre, un grabado, con unas olas rizadas  de sunami que algunos llevamos en las camisetas. Todo un icono de Japón, al fondo de la ola diosa se esboza una no menos perfecta silueta del dios Fujiyama resaltado por gotas de espuma. A nadie le sorprendió debido al maestro el desastre de Fukushima.

Sin embargo, ninguno de los dos genios del grabado japonés trabajaron como Goya para cortes o mecenas poderosos. Al contrario, crearon láminas, lo que hoy serían calendarios: arte popular.

El nombre de la editorial asturiana en que se publica el título que nos ocupa, Satori, significa revelación. Estado que supuestamente se alcanza a base de té verde y tras una meditación prolongada para una huida de cubrir necesidades compulsivas, propia del budismo zen como disciplina. Vivir el presente, sentir el paisaje y vida en cambio permanente, quedarse quieto y dejar pasar la ola como adaptación, tener piedad en los momentos de suerte.

En Aragón, revelar se podía si se tiraba un carrete en bruto en las aguas del Gállego por debajo de Sabiñánigo o, directamente, si lo exponías al humo de la papelera y la cocedora de maíz del Picarral.

En otra acepción de la expresión, David, junto con su compañera, maestra y decana de facultad de Filosofía: la doctora Elena Barlés, son reveladores en tanto divulgan, si no lo secreto, al menos lo ignorado. Y como perpetuadores de la pasión por el arte oriental de unos de los principales sogunes europeos en conocimiento del arte japonés: el condecorado profesor zaragozano Federico Torralba, coleccionista a su vez de varios millares de objetos artísticos nipones.

Ya fallecido el sensei, los dos primeros amigos vienen organizando exposiciones cada estación meses en el ala reservada a la donación de los fondos de Torralba en el Museo Provincial de Zaragoza. En obras de ampliación.

Su comisariado es temático, por tanto revelador, seleccionando obras según su relación con el sugerente título del conjunto. Convirtiendo cualquier martes por la mañana o sábado por la tarde con su sabia selección en la mejor huida de la vida provinciana que se puede disfrutar en Zaragoza. Nos ofrecen un imperio de los sentidos.

Especialista en Goya, imaginamos que en la trayectoria de curiosidad del profesor Torralba pasaría por investigar el arte japonés para intentar interpretar lo genuino, milagroso, lo asombroso y extraordinario de los grabados expresionistas de su admirado genio.

Ha de considerarse cuestión en la que David es uno de los principales expertos europeos, que la influencia que tuvo la estampación, kimonos, temática naturalista y analítica de la vida cotidiana del arte japonés, el conocido como japonismo, afectó en Europa a los artistas a partir de la apertura de Japón a occidente que tuvo lugar con la restauración Meiji –después de 1868-. Con especial incidencia en la pintura impresionista y el modernismo arquitectónico francés. Este que, recogido por Gaudí y otros, convirtió farolas en tallos de lirios orientales de forja.

Mis queridos amigos pintores que se reunían en el Bonanza también me ofrecieron otro esbozo de Torralba. Sin dudar de su inequívoco buen gusto para coleccionar, su faceta como galerista en los bajos del Cine Palafox, impulsando la galería bella o “Kalós” y después la “Atenas”, recordaban el poder que tenía el maestro Federico casi absoluto en el nombramiento de jurados y otorgamiento de los premios pictóricos de la Zaragoza de los años 60. Como imponía su criterio por capacidad sin ambages e impulsaba o no, según su criterio, a determinadas generaciones de pintores.

Esta entrada continuará, como me seguirá sorprendiendo el motor de amor por Japón que no es postureo ni se gripa, que pasa cualquier inspección técnica de terceros, de la ciudad de Zaragoza y Aragón en su conjunto.

Disfrutad de los fondos japoneses artísticos del Museo Provincial, una de las mejores colecciones europeas. Estaba en Zaragoza por terquedad y casualidad, ahora es pública y notoria. Es la historia, también, de vuestro amor.

David y Elena, feliz año y gracias por seguir legando, por hacer viajar sin salir de este Ampurdán, como gustaba de decir el maestro Pla.

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