La cuestión de Torreciudad debe resolverse con prudencia y objetividad, pero dentro de los órganos eclesiásticos pertinentes que a la postre serán los que analicen la situación con el rigor que se merece.
Precisamente por eso constituye un serio error que una parte cargue las tintas solicitando ceses y proponiendo destierros que entran en el descarnado campo de lo burlesco. Todas las personas debemos recordar, y los cristianos más, que lo que no quieras para ti no se lo desees al otro.
El periodismo se debe a las fuentes que siempre hay que contrastar, sobre todo para que la noticia no se vuelva en contra y acabes faltando descaradamente a la verdad. No en vano uno se juega la credibilidad.
Lo digo a cuento de que, en Infovaticana, se acusa al obispo de Barbastro-Monzón de pedirme que escribiera una carta en su defensa para que fuera publicada por El Diario de Huesca. Quien esto afirma evidencia un desconocimiento absoluto tanto de don Ángel Pérez como de su forma seria y honesta de trabajar.
Por si hubiera dudas lo paso a mayúsculas. NI ME LO PIDIÓ NI SE ME HABRÍA OCURRIDO NUNCA QUE LO HICIERA.
Ignoro si quien ha confeccionado la noticia recibe sugerencias de este tipo: yo no. Escribo al dictado de mi conciencia, amparado en mis sentimientos y guiado por el convencimiento que me inspira la gente que demuestra su valía a diario. Además, una persona noble como él ni exige ni sugiere... y yo lo hice porque quise y de forma totalmente libre. Otra cosa es que a alguien no le guste, pero la grandeza de convivir en paz reside en aceptar, de verdad, que puedan existir opiniones diversas y hasta diferentes. Me encorajina tener que justificar mis propios actos, pero no quiero ser cómplice de infundios con mi silencio.
Cuando leí la noticia no dudé en posicionarme. Es más, si hay que soportar el peso de las críticas junto a él bien venidas sean. Don Ángel no va a quedarse solo. Afortunadamente la inmensa mayoría opinamos de forma similar. A todos nos ha debido comprar la bondad sin doblez de Ángel Pérez, obispo y persona.
Nadie dijo que fuera sencillo nadar contracorriente, pero tras años de perseverar en los ríos crecidos y gélidos del Pirineo aragonés hasta hemos aprendido a conseguirlo.
Quien dijo que la fe mueve montañas sabía perfectamente la felicidad y la satisfacción que se experimenta con el deber cumplido.
Y último.
Estaría bien que la autora de este nuevo artículo leyera sin prisas y sin prejuzgar.
Recordando las palabras de Jesús a Pedro (y el canto del gallo) copio textualmente tres mentiras que me dedica. "Vizcasillas, ese insigne erudito, se autodescribe como un 'extraordinario conversador'". Ni mi segundo apellido es ese, ni voy de erudito como pretende quien lo apunta, ni me autodescribo de ninguna manera. Si en El Diario de Huesca quisieron ponerlo, muy bien, se trata de una apreciación suya que me dedica amablemente como colaborador. Nadie tiene que darles lecciones de lo que deben hacer en su casa. Sepan ustedes que en la provincia de Huesca nos sentimos muy orgullosos de su trabajo en defensa y fomento de las gentes humildes del Alto Aragón.