Y hace lo que quiere…
Se me ha reprochado y con razón, me dolió, que me haya puesto en la fila postural de los que se han lanzado a exponer las causas del fracaso del urbanismo español en tiempos de zozobra. Y tienen razón, porque es claro que si un ciudadano se pone a vivir junto a un cauce, en determinado barrio inundable o en las inmediaciones de una calle que se llama rambla, también se la está buscando.
Yo pensaba que la cosa no se estaba diciendo desde medios aragoneses, pero sí es posible que en Madrid o Valencia se estén viendo los poliedros desde todos sus ángulos.
Como también es natural que para iluminar durante una noche la Plaza del Pilar y generar eso que llama el Ayuntamiento de Zaragoza “retornos” –la hoja Excel todo lo aguanta-, advertir que la Alcaldesa sonríe y se balancea modo ibicenco ma non troppo sin llegar a la contorsión o para sufragar desde ya los acopios de la Romareda porque de lo contrario las modificaciones serán superiores en importe –sic gloria transit mundi, prevén la financiación de la emergencia y terminar el campo a mallazos-, se haya decidido cercenar las programaciones culturales por cuatro perras de la Casa de las Culturas, ahora el espacio las Armas y ayer la Harinera o la Casa de Juventud de Oliver.
Como hay cash para mandar ayuda bélica a Ucrania pero no para otros menesteres sanitarios o directamente para subvencionar repuestos de ruedas y amortiguadores cuando se transita por secundarias aragonesas.
Claro es que nadie se manifiesta como plañideros por las pérdidas de acción social y cultural y que como usuario estoy en mi derecho de hacer lo que quiera y pagarlo. Dejar al margen mi participación porque debe ser que no somos distintos en la desigualdad y ya iré a correr, a un gimnasio de Florentino o esperaré que la siguiente andanada sea que no quieran programar en la Filmoteca porque ya existen plataformas de pago de cine.
Así que de quejas de hípster cero y los que venían dando esos talleres y organizando las actividades, que nunca se cuestionó Corporación alguna ni esta para recreaciones históricas, ya se apañarán.
Lo que está claro es que me consideran alguien que no genera retorno pero solo con el IVA sí me sucede igual que a cualquiera de los que van a oír a los DJ a la plaza del Pilar, lo que a mí ya me da dentera porque tampoco debo dar una imagen de Zaragoza moderna –no uso mechas ni sonrío si no me apetece-.
Así las cosas y como es otoño, nada, desde estas líneas y antes de que os las receten por castigo los concesionarios de restaurantes de los parques públicos de Zaragoza, os invito a probar un guiso de caza con chocolate a la benasqués, una cazuela de patatas agrias con carne de vacuno de montaña turolense, la ensalada de col cruda con manzanas reinetas y pimiento en vinagre de mi abuela Irene (pueden meterse nueces), que intentéis confeccionar una salsa precisamente nogada para un guiso de pollo de corral y os administréis un buen tayín vegetal de verduras con calabaza semi asada que oficie como carne. Nunca con comino, que es que nos están invadiendo…
Esperando a que nos embotellen el primer vino de garnacha de temporada tinto o clarete de Borja, Aragón con demasiados motivos para contar con una fiesta semejante al Beaujolais y no toda esta inundación de tontadas.
Pues nada, a seguir bien, que Jehová reparta suerte y a no quejarse tanto pero luego nada –ni con el voto- cuando el agua suba, el IBI se doble o no podáis estudiar chino con los residentes en Zaragoza. Porque no sois retornables