Poco ha durado la bonanza. Ya se sabía que el valle de Canal Roya solo estará definitivamente fuera de peligro cuando sea declarado Parque Natural y esa zona de Anayet tan increíblemente bella consiga el respeto que merece un templo de la naturaleza.
De nuevo la unión de estaciones campa como elemento para el desarrollo de ese territorio. De nuevo la ilógica asoma por el Gobierno de Aragón. Era previsible que no dejaran en paz el asunto. No debería sorprender que hayan olvidado las movilizaciones populares, el firme posicionamiento de amplios sectores la pasada primavera para defender los valores de Canal Roya y apostar por el futuro que de ellos cabe esperar.
Pero si otra vez vuelve la burra al trigo con el insensato proyecto de convertir el paraíso en un desfile de hierros, nuevamente encontrarán la respuesta de partidos políticos responsables y de colectivos que retomarán la lucha frente a lo que Paco Iturbe, portavoz de la Plataforma en Defensa de las Montañas ha calificado de espeluznante.
Con el Pirineo sufriendo el cambio climático de un modo inequívoco, con los bosques sedientos y candidatos a incendio, con cascadas e ibones acusando la falta de caudales –y no, no vale achacarlo al verano-, con las fechas de precipitaciones cada vez más escasas, con el termómetro escalando grados… ¿de dónde van a sacar la nieve y cuántos días esperan mantenerla?
Estas preguntas que cualquier persona cabal se formula deberían responderlas quienes continúan vinculando el futuro a la unión de Astún y Formigal. Dudo que puedan contestarlas porque, para ello, primero deberían escuchar a quienes incansablemente se las vienen planteando.
Malos tiempos para el diálogo. Malos tiempos para dar cabida a los argumentos que desaconsejan triturar el Pirineo para asentar población.
Nos quieren enfrente. Enfrente nos encontrarán.