Esperamos el Año Nuevo siempre, con ilusión o con pereza, o simplemente lo dejamos venir. Si para algunos es como el año anterior, no vale mucho la pena que venga un nuevo año, aburrido, triste, o sin saber qué hacer, o sin pensar que podría hacer. Todo pasa y todo queda, como decía Machado. Esto puede ser un hecho convencional.
Estrenamos un nuevo calendario, y empieza uno de enero. Algunos lo esperan con pena, porque les queda menos para estar aquí abajo, otros se alegran de que vaya pasando, porque quieren llegar pronto a su nuevo destino, pero lo normal es dejar que pasen los años e intentar disfrutar, no con el móvil, sino con los demás. Decimos: Año Nuevo, vida nueva, pues ya vemos que de vida nueva nada, porque seguimos tumbándonos a la bartola, y cuando hablamos de paz, tantas veces, no sabemos ni qué queremos decir. La vida no es paz, nosotros somos guerreros. La Paz la entendemos en el sentido de que no queremos preocuparnos de nada, que nos dejen tranquilos. Se ve como mucho pasotismo, mucha pachorra, por una parte es por parte nuestra, una queja universal, nos quejamos unos de otros; por eso que de allí a tener paz, va solo un trecho, que La Paz sea contigo, y La Paz nos la daría, yendo a ver a nuestros mayores que están en una residencia, y se encuentran solos. Que tengamos salud, eso es muy importante, pero no salimos de ahí. Es un año nuevo, en qué sentido. Unos van a por el periódico, otros miran las noticias en el móvil, las noticias de la televisión, no se dejan ningún día, a ver qué me dicen de nuevo.
Pues para algunos ya no es Año Nuevo, es un año que sigue, un año como cualquier otro. Preparar las vacaciones, no puedo ir de vacaciones. Año Nuevo, calendario nuevo, y no hay más cera que la que arde.