Tiene ángel quién sabe consolar, el que escucha un corazón angustiado, quien sabe permanecer, el que sabe estar al lado del que sufre, quien tiende una mano y remonta al hundido, quien tiende puentes e infunde paz.
En el hombre o la mujer que tiene ángel, no importa su estatura ni que sea guapo o feo, ni su posición social. La belleza radica en la exquisitez de su espíritu, en el cultivo de las virtudes; en la práctica y uso de la bondad.
A todos nos gusta tratar con personas que tengan ángel. Lo que ocurre es que no todos los días tenemos la dicha de tropezarnos con alguien que de verdad tenga y sea ángel.
Hace unos tres meses sufrí la visita del COVID y como consecuencia tuve necesidad de estar nueve días en el hospital San Jorge de Huesca, donde viví una experiencia importante y maravillosa, por el trato tan especial que ofrecía todo el equipo que nos atendía, tanto los médicos como enfermeras, personal de limpieza y todos los que colaboraban en nuestra atención. Quiero resaltar la amabilidad, educación, cortesía, entrega, profesionalidad y comprensión que todos nos dedicaban.
Me alegró verles mantener siempre la alegría y el trato agradable que todos ofrecían, nunca pusieron mala cara ni ningún gesto de desagrado.
Saber sonreír es importante más si se hace en momentos difíciles o de contrariedad. Santa Teresa de Lisieux solía decir: amar, sufrir, siempre sonreír.
Una sonrisa produce siempre acercamiento y dicha a quien la recibe y bienestar espiritual a quien la da. Aparecer con una sonrisa en el rostro es comunicar esperanza y nuevas ilusiones para continuar.
Desde estas líneas quiero rendir un modesto homenaje a todo el equipo como gratitud por la labor que hace y cómo la hacen. Sin duda tienen ángel que demuestran con su labor vocacional y profesional. Reciban todos mi felicitación y un saludo muy cordial los recordaré siempre.