Desafortunadamente, la política de los gestos huecos y la vaciedad está de moda. Abundan partidos políticos sin programas, sin argumentos, sin miras políticas de amplio calado para el conjunto social y para la salud democrática; se impone el cortoplacismo, la complacencia y sumisión a lobbies poderosos e influyentes (véase las últimas hazañas bélicas en las que participa nuestro país, la falta de responsabilidad en la gestión del desastre de la zona valenciana, la política inmisericorde con los emigrantes…); formaciones atentas a las tendencias que se implantan en diferentes medios pero no a las necesidades reales de la mayoría social; servicios públicos degradados que no importan a los gobiernos, la mayoría en inclemente proceso de privatización endógena o exógena... Con un paisaje devastado de fondo se instituye, sin embargo, la ofensa de la performance y el postureo: desde la propia realeza emérita cuando intentaba disculpar comportamientos inapropiados, mientras hacía y sigue haciendo caja, a los irritantes gestos (léase tweet o similar) de responsables políticos en momentos ineludibles, como cuando las agresiones machistas alcanzan cifras que deberían avergonzar a quienes tienen en sus manos resortes para modificar una realidad altamente preocupante.
Mientras tanto, los medios de comunicación dominantes, en lugar de actuar de contrapunto, en vez de cuestionar eslóganes, exigir a los representantes políticos un programa coherente, honestidad en el ejercicio de la cosa pública, transparencia en la gestión presupuestaria; en lugar de mantener de forma razonable y argumentada un legítimo punto de vista sobre la organización social y defenderlo, etc., buena parte sigue trabajando para desprestigiar la profesión: amplifican dimes y diretes, no hacen periodismo que pueda tildarse de serio, apenas contrastan la información, no ponen empeño, en definitiva, en construir una sociedad mejor informada para que la ciudadanía pueda contar con criterios fundamentados sobre temas que nos afectan como sociedad.
Periódicos que se dicen “progresistas” se han apresurado a destacar del último congreso del PSOE haber excluido de la hoja de ruta política del partido a las personas queer y a las identidades indicadas bajo la denominación plus (+) del colectivo LGTBIQ+. Para muestra el artículo del responsable de política de un periódico progresista, replicando de forma interesada la confusión constante; por ejemplo, al presentar un popurrí de orientaciones sexuales e identidades a la carta que no se corresponden con la realidad social y empírica: la orientación sexual, lógicamente, no niega la existencia del sexo de las personas. Colectivos de lesbianas, sobre todo, hace tiempo que vienen poniendo de manifiesto el uso torticero de sus demandas por parte del lobby trans. Pero, al parecer, en periódicos progresistas todavía no se han enterado.
Y repiten los corifeos de las “izquierdas”, cual aprendices goebbelsianos, en lugar de argumentar y razonar, las salmodias de turno, quizá con el objetivo de que finalmente sean aceptadas como verdades por una sociedad que no encuentra tiempo para la reflexión, dispuesta a aceptar cualquier embeleco a través de la libre adición a las pantallas. Se quejan de que la enmienda del PSOE en cuestión viene a decir que las mujeres trans no son mujeres (por cierto, nunca les oímos cantinelas tipo: los hombres trans son hombres … quizá porque el terreno masculino está vedado). Y, efectivamente, así es, aunque sea una perogrullada recordarlo: un ser humano de sexo masculino puede sentirse como quiera o pueda, pero, obviamente, no es una mujer.
Se rasgan las vestiduras porque en ese congreso, dicen, se ha aprobado una enmienda que veta la participación de personas del "sexo masculino" en competiciones deportivas para mujeres. Lo cual tendría lógica y sentido porque todo el mundo sabe que el ejercicio del deporte se organiza por categorías, de sexos, entre otras. Y ya deberían tener conocimiento de la trascendencia que está teniendo tal infracción —o sea, la usurpación de espacios de las mujeres por parte de sujetos de sexo masculino— que, obviamente, rompe las reglas básicas del fair play.
Están haciendo mucho ruido quienes se posicionan en contra de esas declaraciones del PSOE (Movimiento Sumar y adláteres) cuando aquellas tienen un recorrido previsible, teniendo en cuenta que desde el propio partido están pidiendo disculpas… ¿Realmente alguien puede pensar con un mínimo de fundamento que el PSOE vaya a ir más allá de gestos por aquí y gestos por allá en su política sexual? ¿Tiene sentido tanto alboroto cuando al gobierno actual en general y Ana Redondo, en particular, a juzgar por sus vaivenes, le da lo mismo utilizar el concepto género como horma y arma machista que como identidad trans? Quizá las “veteranas militantes socialistas” a que alude el artículo que, según apunta, gritaban en el encuentro que viva la lucha de las mujeres, puedan todavía albergar alguna esperanza, pero fuera de sus filas parece difícil.
El PSOE gesticula, según los vientos que corren, como cuando lanzó en marzo la muerte anunciada del conato de modificación del Código Penal (quizá para enmendar las nefastas consecuencias del aumento de la prostitución que el mismo partido propició con la modificación de dicho Código 1995…) y que vendió a la sociedad como “ley abolicionista” de la prostitución… Y ya sabemos en qué quedó.
Veamos, hasta el momento, no se han cuestionado las leyes trans de diferentes CCAA, ni tampoco la estatal, aprobada por el gobierno de Sánchez. Leyes que sabemos positivamente conculcan derechos de las mujeres, como diferentes plataformas feministas vienen poniendo de manifiesto; todavía no han sacado del cajón una ley verdaderamente abolicionista del sistema prostitucional (la LOASP), elaborada por diferentes colectivos feministas, que la PAP le sirvió en bandeja en 2020 al gobierno anterior de Sánchez.
Aún estamos esperando que se derogue la posibilidad de inscribir en el registro civil criaturas compradas mediante execrable explotación reproductiva de mujeres sin recursos… Seguimos aguardando que den explicaciones sobre el destino del monto aprobado para luchar contra la violencia machista que mata a mujeres y menores… Una violencia que sigue en aumento, debido en parte a la ausencia de políticas feministas de los últimos años.
Está por ver qué pasa en el terreno educativo donde campan a sus anchas colectivos trans, generosamente apoyados por el Ministerio de (des)igualdad, que introducen en las escuelas creencias contrarias a la realidad sexual de la especie humana y hacen apología del sexismo más rancio, amenazando la educación en igualdad y respeto entre chicos y chicas, problemas que viene denunciando regularmente el colectivo Dofemco…
Es indignante que la pornografía, su ubicuidad y su difusión —auténtica apología del sadismo y de la violencia contra las mujeres, que está influyendo en el aumento de las agresiones sexuales como demuestra abundante investigación al respecto— no merezca atención por parte del gobierno, así como medidas que se encaminen a combatirla desde dentro…
Por otra parte, en espacios de legitimación de prácticas discursivas y sociales, como la academia, abunda más de lo mismo: departamentos universitarios que replican sin vergüenza los intereses del lobby proxeneta, promocionando como “trabajo” la explotación sexual de mujeres y niñas, cursos para publicitar la explotación reproductiva, etc.; ahí siguen responsables y gestores académicos repitiendo las salmodias de turno, haciendo dejación de funciones y obligaciones que resulta bochornoso tener que recordar, incapaces de garantizar la libertad de expresión, opinión o cátedra…
Entonces, ¿a qué viene tanta alharaca? Infames estrategias partidistas y mediáticas dirigidas a diferentes caladeros.
Lo cierto es que, sin hacer mención a la caverna misógina y sus altavoces —que al negar la violencia machista se desacredita por sí sola— tanto los socioliberales de Sánchez —muy influenciados, posiblemente, por esos amigos sensibles, que se sienten hostigados por la demanda feminista de dignidad e igualdad de la mitad de la sociedad— como la de los posmoprogres resulta semejante, porque es la política sexual del patriarcado... Estos últimos menos sibilinos pero igual de ignorantes con respecto al feminismo, igual de prepotentes y estafadores, porque utilizan el término en vano, como ocurre cuando blanquean la explotación sexual de mujeres y niñas para quienes el sobado “solo si es si” no cuenta... Algo que hemos tenido ocasión de comprobar en la “gestión” del “caso Errejón”, epítome, probablemente, del sentir y hacer de “las izquierdas”…
En resumen, mientras la agenda feminista no está (y muchas ni la esperan), de momento no cabe preocupación ni alboroto sobre la exclusión de la hoja de ruta política del partido a las identidades... Por eso, quizá sea el momento de —además de seguir organizándonos desde las bases en plataformas y colectivos de la sociedad civil— apoyar formaciones feministas que luchan por sociedades más justas, como PFAC.