¡Vaya semana! Si vemos las noticias sólo repiten el caos en los viajes en tren. Las infraestructuras son un tema de vital importancia para el futuro económico de nuestra nación.
Las infraestructuras son un claro ejemplo de las prioridades de los distintos gobiernos nacionales que hemos tenido en los últimos treinta años. No quiero hacer un repaso histórico, pero lo que vemos es que cuando entramos en Europa y empezó la lluvia de millones de subvenciones y ayudas a la convergencia se empezaron a construir unas carreteras excelentes que redujeron muchísimo la mortalidad. Posteriormente fuimos los abanderados de la alta velocidad ferroviaria y estuvimos en el pódium. Por otro lado ¿qué dejamos de lado? Construimos muchos kilómetros de carreteras, pero su mantenimiento es muy caro, por eso los problemas de reparación se alargan en el tiempo o Pedro Sánchez dice a Europa que pondrá peajes. A su vez, las líneas de tren que no son de alta velocidad han sido abandonadas a su suerte, y el AVE es tan caro que sólo se lo pueden permitir unos pocos.
Déjenme ponerles otros ejemplos. Estamos en “El Diario de Huesca” ¿Pueden venir los zaragozanos a hacer turismo a algunos de los pueblos más bonitos de esta provincia? Para ir a Ainsa o a Boltaña no hay línea directa, sino que hay que partir desde Barbastro o Sabiñánigo. Y son sólo dos autobuses al día. Los mismos que hay para llegar a Graus. En el caso de Benabarre no hay autobús directo ni a Huesca ni a Zaragoza, pero por suerte Gurrea de Gállego sí tiene un viaje al día a Zaragoza (y otro a Huesca). Si quieres visitar Torres de Alcanadre, debes acompasar muy bien los horarios porque como pierdas el único autobús que sale de Huesca, debes esperar un día entero, lo mismo que les pasa a casi los dos mil habitantes de Zaidín. Y si quieres coger el tren sólo hay dos líneas, a Canfranc y a Lérida. El ejemplo de esta provincia se puede extender a toda España. Da igual la provincia, moverse con transporte público es una pesadilla.
Ahora quiero que recuerden en lo que se aprobó el año pasado y todos aplaudieron, la prohibición de vender coches de combustión interna en el 2035. El ataque al coche y al transporte privado. Todos los políticos que defienden la alternativa del “coche eléctrico” dicen que no cambiará nada. Sin embargo, España es el país con menor porcentaje de coches eléctricos de Europa, por varias razones, pero la más importante es el coste de adquirir uno de estos vehículos y de mantener.
Con una red de transporte público ineficiente e infradimensionada y un horizonte sin coches de combustión interna ¿qué ocurrirá en los veranos posteriores?
Algunos esperan que de aquí a una década la red de transporte se modificará completamente, habrá una movilidad perfecta en cualquier rincón de la geografía española. Justamente quienes piensan eso o viven en núcleos como Madrid, Barcelona o Valencia o son tan ciegos que no ven la cruda realidad. Los colegios de Ingenieros de Caminos, las asociaciones de conductores, las asociaciones en defensa del ferrocarril y los grupos de habitantes en zonas rurales lo llevan denunciando décadas. Las infraestructuras están mal diseñadas. En una década no hay ni tiempo ni dinero para solucionar tantos problemas. Igual tengo que llamar feo al Ministro Puente para que lea esto y se ponga manos a la obra en vez de insultar a Milei.
Por lo tanto, sin coches y con una red de transporte irrisoria, el turismo en las zonas no costeras caerá en picado, porque a Burgos, Soria, Logroño o Albacete no vienen los alemanes o ingleses, sino que es turismo interno. Las comunidades sin costa se verán lastradas y caerá su PIB pues el turismo se desplomará. Más del 10% del empleo de estas regiones está vinculado directamente con este sector, trabajadores que se irán a la calle engrosando las listas del paro.
La decisión tan verde y aplaudida del coche eléctrico será la responsable de otra crisis en nuestro país. Pero mirémoslo por el lado positivo, los ricos que se marchen de viaje no tendrán que aguantar a la clase media, ya no existirá.