José Manuel Albares, camino de convertirse en el más abyecto ministro de Asuntos Exteriores de la democracia en su contemplación embobada de Zapatero y en su predilección por las tiranías frente a las supuestas barbaridades de dirigentes de democracias a los que prejuzga, ha dado un paso más a través de su Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Ha debido pensar que ningun contribución más eficiente, junto a esa ignota titular de Igualdad que es Ana Redondo, que editar una revista para promocionar la disidencia sexual. Siempre había pensado este escribano que las modernas tendencias transgresoras pretendían consagrar la libertad sexual. Esto es, ese puñado de querencias que no entiende nadie pero bueno, como vademécum del placer hasta podemos aceptar. No concibo, sin embargo, la obligación a disidir, como si quienes nos orientamos por la conducta más común en realidad fuéramos especímenes raros.
La imbecilidad de Albares, Redondo y los partícipes de la tormenta de ideas con las que alguien se ha enriquecido, seguro, alcanza cotas sublimes en la publicación cuando explica que es un "repertorio de artistxs, creadorxs y pensadorxs españolxs o residentes en España que trabajan, crean e investigan sobre o desde la diversidad o la disidencia sexual y las cuestiones de género". En definitiva, una concepción de infantilización de la sociedad a la que hay que explicarle con la orientación ideológica adecuada por dónde entrar y por dónde salir cuando las mariposas del placer revolotean. La redacción en sí roza la delincuencia lingüística.
Inquieta pensar que los ministerios editores (le quitan tal condición al de cultura) ya anuncian una programación específica con su doctrinal obstinación, y enoja imaginar sus representaciones en el exterior, con una dosis de mal gusto inabarcable, pero sobre todo con una falta de ética inaceptable. En la revista, hay un ensañamiento con la religión católica que se refleja en la representación de Jesucristo con pene y vello púbico, un travestí con capirote de Semana Santa o una Dolorosa travestida. Uno de los artistas, un tal Sabariego, realiza una exégesis de esta última "creación" digna de tratamiento de salud mental.
Naturalmente, no asoma ninguna alusión a ninguno de los otros credos que en el mundo son, y es que injuriar, difamar y ofender al catolicismo ha pasado del negro al más negro, de la vieja Insquisición a la actual falta de respeto rodeada de cobardía. Sale muy barato insultar a los cristianos y reírse con expresión estúpida, conscientes de que están perpetrando una injusticia y un delito de odio aprovechando el carácter pacífico de la fe. Pero, como expresara Segismundo en La Vida es Sueño, en llegando a esta pasión, un volcán, un Etna hecho, quisiera sacar del pecho pedazos del corazón. ¡Mecagüen los muertos de Albares, Redondo y esa cuadrilla de degenerados! Es mi disidencia sexual con los sinvergüenzas. La que me lleva a reclamar que alguien los conduzca a un banquillo.