Amnistía: la claridad de la oración por pasiva

31 de Mayo de 2024
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Como reza la expresión castiza, que la ley de amnistía obedece exclusivamente a intereses personales del Sánchez de entonces -cuando se inició la rendición- aspirante a presidente ni cotiza. Pensar en el bien general y otras zarandajas solo puede obedecer a una mente insanamente ideologizada, a una ingenuidad extrema o a una incapacidad de sostener una mínima estructura de pensamiento.

En la búsqueda de las imágenes y las reacciones más clarificantes de la terrible mañana del 30 de mayo de 2024, que pasará a la historia de España con el velo de una indignidad impropia de un país con su historia de grandeza (no se ampara en grandes victorias ni batallas, sino en la consolidación de una cultura propia de convivencia), encontramos respuestas a lo que significó la matinal en la Cámara nunca más baja que ayer.

Gran parte de mi aprecio a las letras bien articuladas se la debo a mi profesor Manuel Casado, que nos decía que, ante la ambigüedad o la dificultad para leer adecuadamente una frase, encontrábamos la respuesta para la nitidez en la interpretación volviendo la oración por pasiva. Compruébenlo: no falla.

Pues bien, ayer lo de menos fue la abstinencia oratoria para defender una ley tan trascendental del presidente, o la respuesta de la oposición. Ni siquiera el articulado de la ley que, en su vergonzante aseveración de que los derechos y libertades habían sido vulnerados en torno al 1-O de 2017, ninguneaba hasta extremo indigno de un Estado democrático el peso de la ley que no es sino reconocimiento de la soberanía popular. El principio de todo. Ni los gritos de traidor, o fascistas u otras lindezas que cruzaron como las bolas en un partido de tenis entre el subalterno defensor del texto y sus rivales parlamentarios.

Lo auténticamente revelador, lo que da luz definitiva a la claudicación que queda -como demasiadas cuestiones que competen al ejecutivo y al legislativo- en la balanza de los jueces, es la reacción de quienes -estos sí- atentaron contra la ley, contra la democracia, contra las libertades y contra la igualdad de todos los españoles, premiados por un febril apego al poder. Tampoco cotiza que, envalentonados, iban a decir que el siguiente paso es el referéndum porque el "procés" no se detiene, lo que desarticula el articulado de la ley y de la argumentación que la sostiene, y constata que sí, que lo que se sustanciaba no era la búsqueda de la concordia ni otros autoengaños, sino mantener la poltrona de La Moncloa.

Vista así la perspectiva, la de los enemigos de la unidad y la solidaridad dentro de este país que cuentan sus cuentos de siete en siete (¡qué euforia de la bildutarra de turno junto a los rufianes, nogueras...!) para sostener la insuficiencia de apoyos del presidente, uno entiende más fehacientemente todo. Y es que el truco de la oración por pasiva es la prueba del algodón que todo lo explica, todo lo evidencia y todo lo denuncia.

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