Autovía Huesca-Siétamo: llueve sobre mojado

La respuesta del Ministerio a CHA por los retrasos de echarle la culpa al tiempo es una falta de respeto a la madurez de los ciudadanos

10 de Marzo de 2025
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Coches retenidos en el trazado de la autovía Huesca-Siétamo.
Coches retenidos en el trazado de la autovía Huesca-Siétamo.

Estamos cayendo en un pozo sin fondo en el que el gobierno ha decidido definitivamente burlarse de la hipotética madurez de la sociedad. No se pueden explicar de otras maneras determinadas actitudes, explicaciones y mamarrachadas. Explicaba José Antonio Zarzalejos a EL DIARIO DE HUESCA que tan populista es Sánchez como Trump. Sólo así se explica la falta de arraigo en la coherencia, en la ética y en el debido respeto a los ciudadanos, que a la sazón son contribuyentes. Es más, yo extendería el manto para sostener que, con matices y dimensiones diferentes, en España hoy la política se ha convertido en populismo abyecto. Y en muchas organizaciones sociales que han escogido el camino atrabiliario del sectarismo, y no hace falta extenderse muy atrás porque muy cerca hemos tenido el ejemplo.

CHA ha preguntado al Ministerio de Transportes por los nuevos retrasos en la autovía Huesca-Siétamo y la organización liderada por Óscar Puente ha respondido con el manido dicho de, "en efecto, llueve". Que, en gallego, es aquello de contestar a la pregunta de adónde vas con el "manzanas traigo". Esto es, 23 años después de iniciadas las obras, la demora infinita ha alcanzado esta fase supuestamente final el pretexto ideal, que no es otro que el del tiempo. Y, sin embargo, llueve tanto sobre mojado que la excusa de mal pagador no cuela.

La autovía Huesca-Siétamo, que vino en su concepción repercutida por infortunadas disputas municipales que atrasaron su arranque, arrancó una sonrisa con el inicio de las obras allá por 2002. Nadie pensábamos que esos apenas diez kilómetros habrían de esperar, en una letanía inacabada de ineptitud, casi un cuarto de siglo en el que hemos peinado canas, hemos visto morir alcaldes (no sólo de Huesca), ha fallecido un joven y, de manera permanente, hemos visto cómo las obras auxiliares y transitorias eran un juego de scalextric que de cuando en cuando bailaban la danza de la dilación -o la distracción- mareando la perdiz y convirtiendo ese kilometraje en un transcurrir en el que daba tiempo a repasar la vida, por longeva que fuere.

Pero es así, y ahora el Ministerio explica que es que en otoño ha llovido mucho. Y, claro, sin llegar a la primavera ha habido otros temporales, y los que llegarán en la estación florida. Como en la canción de Fito Páez, el problema es que llueve sobre mojado. Que arrancó la obra en 2002 con el PP en el Gobierno central, del 2004 a finales de 2011 estuvo el PSOE, que retornó con Rajoy el Partido Popular en 2012 y desde 2017 la obra está en la administración Sánchez. Y, en las cuentas sencillas, vienen a sumar 16 años de los ejecutivos de la rosa y 7 de la gaviota, lo que quizás pudiera interpretarse como una responsabilidad alícuota (habría que medir por metros de avance, con decimales hasta milímetros). Que, como diría Rajoy, puede ser casualidad... o no. Pero las cuentas son las cuentas... o no. Y las excusas y pretextos tontos no sirven... o sí.

La construcción del tramo Huesca-Siétamo ha sido un enorme negocio para las empresas adjudicatarias, que en este filibusterismo de la obra pública propiciada por los gobiernos han sacado tajada fundamentalmente por la falta de exigencia gubernamental (también beneficiario por la vía de la liberación para otras lides de fondos presupuestarios), y por el abandono de ciudades como Huesca, pobrecitas ellas, o de pueblos como los que transcurren hasta la cuna del Conde de Aranda. Fuerte con los débiles, débil con los fuertes, el gabinete de los extraños contratos ha replicado a Jorge Pueyo como no hubiera tenido el valor de hacerlo con Miriam Nogueras... no vaya a ser que se fuera a enfadar el prófugo mandatario.

Va a venir a resultar que, para concluir esta pesadilla y en congruencia con la argumentación de Transportes, va a haber que desear que no llueva, porque, puestos a sacrificar a alguien, lo hacemos con los labradores. Total, ya están acostumbrados a ser el perro apaleado.

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