Hay estereotipos que no se superan y derivan en prejuicios que, como tales, no se sostienen cuando se les pasa el tamiz del rigor. En Huesca, uno de ellos es la calificación de cacique cuando se quiere zaherir la imagen de alguien, y en la mayor parte de los casos se yerra en la acusación.
Es el caso que ocupa la generalización contra determinados apellidos de los años setenta y ochenta de grandes industriales que llevaron a la época más floreciente en el tejido productivo de esta ciudad. Cada uno de aquellos mal llamados caciques (aunque alguno pudo haberlo... y lo hubo) pegaba una patada en el suelo y florecían cientos de empleos. Y tal es así que desde la desaparición de aquellas grandes estructuras no ha brotado ninguna planta industrial de tal volumen de nóminas. Denme a mí aquellos "caciques" y quédense con los posmodernos que no hacen sino bloquear el desarrollo de esta urbe.
Tal falta de meticulosidad ha cometido el portavoz de VOX en el Ayuntamiento de Huesca en su comparecencia para explicar sus propuestas sobre el Casco Histórico trufadas, como es su método, de impetuosas acusaciones rayanas en la falta de respeto y de epítetos que no se compadecen con el buen estilo de los grandes oradores que en los anales han pululado por imperios y civilizaciones. En cualquier caso, en su papel de principal azote desde la oposición al equipo de gobierno y sus fijaciones sobre la alcaldesa y Ricardo Oliván, está en su legítimo derecho a utilizar cualesquiera herramientas dialécticas desee, hasta el punto donde le permita el reglamento. Lo del decoro es discutible.
Sin embargo, en ese a modo de enfrentamiento (por la vía del agravio) entre zonas de la ciudad, comete un gravísimo error cuando acusa al equipo de gobierno de beneficiar a los caciques y se fotografía en el cartel del Polígono Harineras, se supone que para establecer la imagen de que sus promotores responden a la denominación de prebostes con privilegios por nombradía e influencia en la institución.
Exactamente igual que un juicio histórico estricto no resiste la atribución despectiva del término a Manuel Camo y Nogués, el conocimiento de la ejecutoria de la familia Villamayor es la mejor defensa frente a una insinuación tan grosera y falta de verdad. Habría de conocer el señor Rubió la trayectoria de Harineras Villamayor desde su núcleo, desde aquella planta llamada Mercedes en Plasencia del Monte, la contribución callada y discreta de los Villamayor a esta ciudad que por respeto a sus deseos no desvelaré pero que ha sido muy superior a lo que un edil pueda hacer en veinte legislaturas, o el compromiso arraigado de José Villamayor con la sociedad. Tan meritorio que, de hecho, es uno de los padres de la Responsabilidad Social Empresarial no ya en Huesca o en Aragón, sino en España. Y así ha sido reconocido.
Porque el hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras y también de sus elecciones (de la imagen, por ejemplo), debiera haber escogido un lugar más neutro y unas palabras más respetuosas para quienes, en el ejercicio de su vocación empresarial desde criterios muy sociales, han generado muchísimos puestos de trabajo y han proyectado la imagen de Huesca en su sector de actividad por producir una de las mejores harinas de España, si no la mejor. Que, además, predican con el ejemplo sus valores cristianos, entre ellos la humildad. Y que, por tanto, no merecen para nada ser el muñeco en el que una oposición desmesurada golpea a terceros en la cara de unos ciudadanos ejemplares que procuran el sustento de muchas familias. Y, si hay que facilitar la actividad de los Villamayor o los Buil, este firmante, como ciudadano, vota que sí. Que para decir no a muchos excesos ya hay buenos ejemplos. Un poquito de respeto hacia la historia y la verdad.
P.D.: Dicho esto, nada que replicar a su propuesta para el Casco Histórico, que tendrá sus claros y sus oscuros y llevará su cauce cotidiano en el seno del Ayuntamiento. Esto va de replicar a una injusticia del prejuicio.