Corral de Comedias de Robres y las obras maestras

La inauguración adquirió tintes de epopeya, que bailó con la lírica, con la música, la danza y, sobre todo, la voluntad de elevar un templo para la cultura del futuro

07 de Julio de 2024
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Corral de Comedias de Robres
Corral de Comedias de Robres

El broche perfecto. La culminación ideal. Seguramente, nadie elegido esa escenografía tan especial. Un Corral de Comedias siempre fue concebido para que concurrieran nobles y pudientes, plebe y personas humildes. Y ahí, bajo los sabios oficios del apretador (que siempre personalizaremos en la figura paradigmática de Roberto Nistal), cuando descargara una tormenta, la sabiduría popular adquirida desde ese gran aula que son las tablas del teatro iría colocándose para adquirir virtud bajo la adversidad. No hay obra de arte que se detenga si los creadores deciden emplear esa herramienta que es la voluntad.

En los tiempos de confusión en los que nos encontramos, nos hemos tornado hombres vulgares en la acepción de Confucio que atribuía esa condición a quienes querían la comodidad. Es más, hemos dado un paso adelante hacia un eslabón más bajo, el de la facilidad. Nos gusta el pan blando para no masticar -se nos caerán los dientes-, buscamos el auxilio de las máquinas para las apuestas de azar, imploramos a la Inteligencia Artificial quod natura non dat y nos entregamos a la incompetencia en la asunción de que la adversidad está en la vida.

Particularmente, prefiero la rebeldía del Salvaje de Un Mundo Feliz de Huxley: "Yo no quiero la comodidad. Yo quiero a Dios, quiero la poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero la bondad. Quiero el pecado". Se corre un riesgo. Evidente, Los tentáculos de los poderes mayúsculos con autoridades minúsculas pueden prenderte y someterte a la alienación con el "soma" de rigor, que no es un componente químico, sino una pretensión de homogeneizar el pensamiento. Cuando menos criterio, más uniformidad.

Hace años, leí una interpretación probablemente verídica, posiblemente inexacta, sobre la creación de Miguel Ángel Buonarroti en la que el pintor había tropezado y hasta caído desde las alturas en más de una ocasión, traspiés quizás hiperbólicamente atribuidos a la misma turbación mística que se habría convertido a la par en el colchón de su salvación en cada uno de ellos. Cuando el artista fue conminado a resumir su impresión al ver completa la bóveda de la Capilla Sixtina, tan sólo habría pronunciado dos vocablos: "Dios dirá".

A su trabajo, a su genialidad, se asociaron como fieles compañeros del trayecto virtuoso las dificultades, los contratiempos y las desdichas hasta rozar, salvándola en ocasiones por los pelos, la fatalidad. Así sucede en toda gran obra. Así ha ocurrido a lo largo de la vertiginosa ejecutoria que ha transcurrido desde aquella plácida noche agosteña hasta las 22 horas del viernes pasado con el Corral de Comedias de Robres. Pensarán, quizás, que fue infortunio o casualidad que justo en el momento del arranque del atronador discurso del apretador Nistal le replicaran los truenos tras los rayos y sobre nuestras cabezas se cernieran litros y litros hasta la exigencia de buscar refugio. Pero, en realidad, en la tramoya del estreno la improvisación determinó que faltaba el plano épico, el que también perfilaron hasta la tragedia Esquilo, Sófocles y Eurípides. Y, bajo el manto del agua bautismal profusa, quiso aventurar la providencia que no hay obra maestra erigida sobre cimientos febles, y que el mejor corral demanda, antes de ablandar hasta el esperpento de Valle-Inclán Los Cuernos de don Friolera, firmeza, reciedumbre aragonesa e ingenio para salvar los obstáculos. La epopeya en danza de la vida con la poesía, la música, la tradición y las carcajadas, en un cóctel embriagador.

Ese 5 de julio de 2024 a las 22 horas quedará para la historia de esta tierra como el hito de la definitiva erección de un monumento a la cultura de todos, sin colores ni supremacismos. Y, además, recordarán los anales que Robres domeñó las inclemencias meteorológicas para comprometerse, en el compromiso con la creación, la belleza y la verdad, a no reblar. Que también es valor que imprime carácter teatral. Hoy, esta tierra no sólo es un poco mejor, sino que ha regado la parcela de la convivencia de las voluntades diversas.

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