Podría esgrimir que, tras soplar dos velas de EL DIARIO DE HUESCA, he preferido dejar dos días para celebrarlo con todos ustedes, queridos cientos de miles de lectores, pero defraudaría de raíz mi compromiso de búsqueda de la verdad, que comienza por la intención. No, si no he compartido el segundo cumpleaños ha sido porque nuestra prioridad no ha sido festejar y estos días nuestra prevalencia es completar una preciosa revista de San Lorenzo, que arranca con una portada de Sunn portentosa e inspiradora.
Pero ahora, antes de las ocho de la mañana, presuponiendo que a quien madruga Dios le ayuda, cumplo con la obligación de agradecer todo lo que usted ha hecho por nosotros. En la comunicación, la unidireccionalidad es ya un cadáver del viejo periodismo y la universalidad el horizonte que abre la luz del futuro del auténtico periodismo. Sí, todo ha cambiado sin que nada haya cambiado.
EL DIARIO DE HUESCA nació de una voluntad. Quizás, inconscientemente, inspirada en la vieja máxima de Viktor Frankl: Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal que debe afrontar frente al destino— para decidir su propio camino.
Los cinco, Myriam, Mercedes, María José y Adrián con este escribano, y el crucial empuje de Sergio, nos embarcamos en una hermosa aventura conscientes de que, en nuestra singladura, íbamos a padecer lanzamientos de piratas y corsarios, e incluso de la flotilla de las armadas de los gobiernos. Imposible un equipo mejor. Y así transcurrimos, entre procelosos mares, durante muchos meses. Y, con la consciencia de que los renuentes a la libertad de expresión nunca se cansan de zaherirla, hemos abrazado el año 3 tras cumplir el 2. Pletóricos de crecimiento de audiencias, que es nuestro principal aval, un soplo de aire fresco frente a viejas estructuras carcomidas por el choque de la realidad.
Definimos nuestra proyecto como una ofensiva del amor a la verdad y a la libertad, de la información libre de ataduras, y así seguimos navegando. No es sencillo, pero nos aplicamos la máxima de Ovidio de que lo que horada la roca no es la fuerza de la gota, sino su constancia. Es el goteo. No dejamos de poner aceite a la lámpara para que su luz persista, como recomendaba Santa Teresa de Calcuta.
Frente a previsiones interesadas que sostenían que apenas sobreviviríamos cinco meses, hemos escrito nuestra propia canción de "Resistiré", sabedores de que los vientos de la vida soplan fuerte pero el riesgo real para una sociedad es que los sueños de la libertad se rompan en pedazos.
Al final, el sentido de este esfuerzo, que les aseguro que es hercúleo y que no entiende de horarios ni de límites, es dual y tan sólo limitado por la propia condición humana perfectible: servir a la sociedad y entronizar la transparencia. En esa tarea ética, querido lector, querida lectora, os necesitamos porque el resultado es un bien supremo. Este sentido participativo es el que impulsó a la creación de la figura del "socio militante", cuya familia va creciendo persona a persona. Nos jugamos los derechos de todos. A todos, gracias, gracias y millones de gracias.
P.D.: Aviso a navegantes. En 2025 se cumplen 150 años de EL DIARIO DE HUESCA. Gracias a la familia Martínez, gracias Bizén, por convertirnos en legatarios de semejante responsabilidad de portar la mejor cabecera.