España, un extraño en Euskadi: nada que celebrar

22 de Abril de 2024
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"Hemos ganado. No sé quiénes, pero hemos ganado". La expresión para la eternidad opera en cada recuento electoral y particularmente en el de esta pasada noche en Euskadi. Constituye una manifestación de la supina estupidez en la lectura, aderezada con una malévola intención de echar balones fuera.

Este 21 de abril, quien ha perdido en Euskadi es España, que se convierte en forastera de la región que tradicionalmente se ha venido a llamar Vascongadas, una de las grandes mimadas del franquismo, por cierto. Curiosamente, como ayer expresaba en su columna dominical José Torres, España paga la juerga de la mala gestión del País Vasco. Como en Cataluña, sin novedad.

Hace quince años, en 2009, un halo de esperanza llegó a nuestro país. En aquellos comicios vascos, la suma de PSOE (25 escaños) y de PP (13) otorgaba la mayoría absoluta a la opción que denominábamos constitucionalista, a la que se sumaba el prometedor primer escaño de UPyD de Rosa Díez. Gobernó, mal gobernó, Patxi López, hasta el punto de que los actuales lodos se los debemos a las tormentas que provocó hasta abortar con apenas tres años de legislatura su relación con el Partido Popular, con el que tantos funerales habían compartido.

En aquella cita electoral, no compareció por decisión de la Justicia ninguna de las marcas emanantes de Herri Batasuna. Esto es, Bildu no fue de la partida, como Sortu o el precedente Partido Comunista de las Tierras Vascas. Sea como fuere los 318.112 votos y el 30,7 % de los votos del PSE y los 146.148 del PP y un 14,1 % daban una presencia de formaciones españolas del 45 de cada cien vascos, a los que se sumaban los dos de UPyD. Y, por ende, la Lehendakaritza.

Quince años después, el PSOE ha quedado en 149.660 y un 14,22 % y el PP en 97.149 y un 9,23. Esto es, menos de 24 de cada 100 vascos, a los que sumaríamos dos de VOX, que ha mantenido un escaño. Como se puede apreciar en el movimiento hacia Bildu de los sufragios de Podemos de la anterior convocatoria, considerar a éstos constitucionalistas es una barbaridad.

El único que realmente puede exhibir euforia es Bildu, con sus fauces ensangrentadas por el mordisco a la memoria de las víctimas del terrorismo y de todo español de bien. Junto a Ochandiano, comparecía esta noche Otegui, cuyo pasado es tan irreversible como su negativa a reconocer que ETA era una banda terrorista criminal e indecente.

Más allá de la constatación del irrefrenable avance vía políticas educativas de la más abyecta ideología de Europa (negar la influencia de las ikastolas es pegarse otro tiro más en el pie), en estos momentos nos encontramos con un soberanismo al que votan el 67,70 % de los vascos, mientras los celebrantes de las victorias pírricas apenas acumulan 250.000 votos frente a los 564.000 de hace quince años.

El PNV, el recogenueces en retroceso ante el acecho de la fiera que ha agitado el árbol, seguirá gobernando con sus políticas clientelares y su obvio independentismo con el soporte de un PSOE famélico (Pirros es su modelo). Por cierto, perfectamente podría haber sido el compañero de cama si las cuentas hubieran dado el Partido Popular.

Y, sin embargo, para tener contenta a la serpiente, desde Madrid la ceguera miserable seguirá alimentándola en detrimento de quienes celebramos el Día de Aragón con lealtad a la idea y el proyecto de España. Que merezcan esta penitencia desde la propaganda imbécil quienes así actúan no significa que tengamos que comulgar con ruedas de molino.

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