A estas horas de la noche, ya madrugada electoral, con la perspectiva que me otorga la observación de los comicios como profesional del periodismo desde 1986, me permito señalar con agilidad unas cuantas extravagancias escuchadas en las reacciones de esta compleja resaca que nos recuerda la histórica chanza de un viejo ministro ucedista: hemos ganado, no sé quién, pero hemos ganado. Ahí van:
1.- Resulta estridente que, mientras el candidato más votado está intentando articular un discurso medido y ajustado a tal condición y a la par a una indisimulada decepción por la falta de contundencia en el triunfo, la insensatez de unos corifeos empiece a jalear a Isabel Díaz Ayuso. Es, cuando menos, inoportuno, por no decir irrespetuoso y carente de toda empatía con el que se supone es líder. Surgen preguntas sobre la presunta unidad para arrancar el proceso que ha asegurado Feijóo de encabezar las conversaciones para gobernar.
2.- En otros tiempos, hubiera sido inconcebible que el segundo, que no deja de ser el primero de los perdedores, no hubiera felicitado al que ha obtenido mayor número de votos y de escaños. Cuestión de educación política. Pedro Sánchez no la ha tenido. Es bueno resistiendo, pero no debió acudir a las clases de cortesía.
3.- Los gritos de "no pasarán" son de un belicismo que no auspician nada bueno. Hay que empezar a rebajar el tono para no hacernos daño. A veces, la política empieza como los juegos de niños, y como los juegos de niños acaba.
4.- El señor Abascal, que sí ha felicitado al ganador de la noche, ha iniciado una descarga de bofetadas que recordaba el final del combate entre Rocky Balboa y Apollo Creed. Pero se le ha olvidado un pequeño detalle: aplicarse el ungüento de la autocrítica y asumir que ha cedido 19 parlamentarios.
5.- Otra que tal baila, Yolanda Díaz ha estado encantada de haberse conocido. Ha obviado que la suma de Podemos y Más País-Equo tenía dos puntos más hace cuatro años que ella. La unión no ha hecho la fuerza. Ni palabra de su certeza pregonada de que iba a ser tercera.
6.- Que Otegi salga hablando ya me parece una extemporaneidad en sí misma. Su pasado le delata tanto como sus intenciones de futuro. Sí, en cualquier país sería extravagante. Mucho. Entiéndase extravagante como un eufemismo mientras me muerdo la lengua. Le ha votado Txapote.
7.- Rufián ha hablado sólo en catalán, y supongo que con media lengua. Otro como Abascal, debiera haber cuestionado cuál es la causa de la caída a prácticamente la mitad de representación. Una bofetada rufianesca que quizás, o quizás no, dificulte un nuevo sí, quiero, a Sánchez. No le ha ido muy allá.
8.- Miriam Nogueras, directamente, ha anunciado que Puigdemont subirá o bajará el dedo como un césar dependiendo de lo que se le ofrezca, que no es otra cuestión que la independencia anticonstitucional. Otro en la cola petitoria.
9.- Andoni Ortúzar, con su aspecto de cura que pasa el cepillo, ha dicho "somos decisivos". Y ha puesto los puntos suspensivos. Su apoyo nunca ha sido gratuito. En todo caso, los peneuvistas están escocidos porque Bildu, esto es, Batasuno, le ha pasado el anca por encima del hombro. Ya no se sabe quién mueve el árbol y quién recoge las nueces. Las tornas han cambiado.
10.- Esto no es un puzzle, no es un mosaico, es una confluencia de fuerzas divergentes en sus intenciones. Y, como hay ya poquita vergüenza, nadie disimula. Yo he venido a hablar de lo mío, ¡qué coño!, que para eso están las extravagancias.