Gracias a Dios, la Iglesia ha sido transgresora

Lo de hoy ha sido un soplo de aire fresco, una apuesta decidida, no hay faena de aliño, sino profundidad en la elección

29 de Marzo de 2025
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Vicente Jiménez da la bienvenida al nuevo obispo, Pedro Aguado

La Iglesia está configurada por seres humanos aunque su inspiración sea trascendente. Quiere decir que quienes nos consideramos dentro somos imperfectos y perfectibles, limitados y hasta pecadores, perezosos y capaces de caer en los otros capitales, soberbios, avariciosos, en ocasiones lujuriosos, iracundos, envidiosos y hasta cedemos a la gula. La diferencia respecto a quienes no son dados a la reflexión o a la meditación es que somos capaces de ponernos a escuchar el Réquiem de Mozart y discernir que todas esas vicisitudes son negativas y, en un estado idóneo, debiéramos eludirlas y sustituirlas por sus antónimos.

Como institución, este 29 de marzo de 2025 ha dado una lección. Al contrario que los poderes civiles despegados de todo lugar donde no haya rédito electoral, se ha alineado con dos diócesis humildes, necesitadas, precisadas de impulso, que requieren un pastor para analizarlas y extraer todo el jugo de sus gentes recias y cabales, como este mediodía ha definido don Vicente Jiménez Zamora que, por cierto, en su interinidad de administrador apostólico, ha sido un gozo y verbo inspirador... y transitorio.

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Particularmente, como feligrés, me siento reconfortado. Un primer espada intelectual, teologal y directivo. Es lo que se desprende de la simple lectura del currículo de Pedro Aguado Cuesta, impregnado de importantes logros desde una modestia escolapia. Si por sus obras le conoceréis, no se avecinan más que buenos tiempos en los que el episcopado habrá de adoptar, en su libérrimo albedrío, decisiones valientes, audaces e inteligentes consciente de que el ejemplo de Cristo nos lleva a encarar con franqueza y valor los desafíos de la historia que nos toca vivir... aunque resulten incómodos, aunque propicien incomprensión en determinados predios, y hasta persecución por las muchas vías que hoy no son solo físicas.

En esta Iglesia a veces cansada, muchas acomplejada desde los jerarcas hasta unos laicos acríticos que no sabemos ni empujar ni empuñar nuestra verdad, lo de hoy ha sido un soplo de aire fresco. Una apuesta decidida. No hay faena de aliño, sino profundidad en la elección. Luego, Dios dirá. Y ahí estaremos para vivirlo, sufrirlo y contarlo. De momento, enhorabuena a don Pedro, felicitaciones a un admirable don Vicente y esperanza en la peregrinación. Que el Jubileo sea jubiloso.

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