Huesca Suena ha perdido uno de sus arietes principales. Se llama Loreto Bermúdez de Castro, es profesional del márquetin y ha venido a ser llamada a la responsabilidad de gerenciar el Desarrollo del Ayuntamiento de Huesca. Es una, entre varias, de las muchas personas que aunan competencia laboral y compromiso social, siempre con el desinterés por bandera. El equipo de directivos de la plataforma de la sociedad civil oscense es fenomenal. No conozco a ni uno solo que no sea absolutamente brillante, a ninguno que no sea abnegado en su entrega, a ninguno que no sea generoso. Cuando digo a uno o a ninguno, es a una o a ninguna. Lo digo como última concesión al despilfarro lingüistico que representan determinados usos. Con 62 años, no tiene ya uno, como decía Carmen Machi en Aída, el "chichi para los farolillos" de lo políticamente correcto -y estúpido-.
En lugar de acompañar en el sentimiento a este movimiento por la pérdida -temporal, mientras dirija ese área- de uno de sus más preclaros activos, los ha habido en esa plataforma de odiadores en que se ha convertido Twitter que se han dedicado a zaherir los fundamentos de Huesca Suena, naturalmente sin provocar un mínimo resquicio en sus cimientos filosóficos, culturales, que no son otros que los alimentados por la independencia. La sociedad civil, tal y como la concibió uno de sus impulsores, Ban Ki Moon, no puede estar sometida a presiones ni a conveniencias que la disipen de la misión ética que enarbola de fortalecer la democracia sin distracciones. Y ya se sabe que las redes sociales, como inspiró Umberto Eco, constituyen una legión de idiotas que se atribuyen una legitimidad que no ostentan para dar y quitar carnets de todo.
Me he permitido preguntarle al presidente, Pedro Camarero, por la "asistencia" económica desde las instituciones a Huesca Suena. Y su respuesta es que una cláusula en los estatutos renuncia expresamente a cualquier ayuda pública, y que sólo se mantiene con las cuotas de los socios. Aquí nadie cobra un céntimo, más bien le cuesta unos cuantos euros, y todo es por servicio a la comunidad. Por esta línea, se dirige la candidatura a Ciudad Creativa en Gastronomía de la Unesco (propulsada por cierto por Loreto), los estudios para dotar de contenido formativo al aeropuerto, la reivindicación del Cercanías Huesca-Zaragoza, el Barómetro Oscense y otras reivindicaciones en las que puede presumir de tanta neutralidad como insistencia y dinamismo.
Es éste un aspecto distintivo respecto a otras organizaciones que pretenden atribuirse la condición de sociedad civil, y que al final para la subsistencia de sus estructuras han de apelar a la fuente dineraria de las administraciones con lo que, obviamente, resquebrajan cualquier pretensión de independencia.
Lo que no puede, ni quiere, Huesca Suena (y esto lo digo a título particular como integrante y "sufridor" de mi condición de adepto a esta causa) es evitar que sus grandes profesionales prosigan su trabajo por la ciudad o por la provincia allí donde son llamados para la primera línea de una gestión fundamentada en su preparación profesional, que no es una especie demasiado extendida en algunos ámbitos. Forma parte de la batalla de la meritocracia frente a la mediocracia rampante. Y quien no lo entienda así, quien prefiera el pensamiento negativo contra la sencilla explicación de una verdad rectilínea, tiene dos opciones: venir a la plataforma e informarse (es la más honrada para conformar su propia opinión) o alejarse y convivir con sus querencias cenizas. No está el asunto para mentes cuadriculadas encerradas entre sus orejeras, sino para miradas altas y abiertas. Si quieren contribuir al progreso de su tierra, acérquense. De lo contrario, no estorben.