Javier Lambán y el respeto al anfitrión

04 de Octubre de 2022
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He de reconocer que prefiero al Lambán orador de las gestas de los reyes aragoneses de estirpe pirenaica que al improvisado Lambán profesor de las mucosas de los intestinos de los cerdos y sus aplicaciones para la obtención de la heparina o de las materias para fertilizantes o piensos. Tiene un punto superior de épica ese discurso que resulta vibrante para explicar que, para comunidad histórica, la nuestra, eje y nucleo de la España de hoy en día como ninguna otra. Esas profundidades dialécticas que le he escuchado en el acto de reinhumación de los restos de los monarcas en San Juan de la Peña o en el Día de Aragón de este mismo año en la Sala del Trono que fuera también Teatro Paraninfo de la Universidad Sertoriana.

Pero hay que admitir que el presidente, que es muy estudioso y escucha atentamente, es capaz de ponerse al lado de Jorge Costa (director del Grupo Costa), de Juan López Belmonte (de la farmacéutica Rovi) y de Xavier Roca (de Càrniques Celrá), y puntualizar tan ricamente que la materia prima de ese prodigio que será la transformación tecnológica no son desechos sino subproductos, e incluso adoptar la posición profesoral para pontificar sobre economía circular, sobre investigación y desarrollo, sobre innovación y sobre la conversión de Fraga en foco fundamental de la industria farmacéutica española. Quizás, sólo quizás, si hubiera jugado anoche su Real Madrid no hubiera tenido tiempo de "empollarse" la lección o hubiera estado descentrado cuando se la exponían los expertos en el aparte previo a la comparecencia de los medios de comunicación.

Que Lambán no es Cicerón es tan cierto como que hoy los Catilinas de turno son menos sibilinos, menos ladinos. Pero, de manera suave, sosegada, sabe decir "no" cuando es preciso. Me ha impactado gratamente su respeto a los anfitriones en Bodega Sommos. Ante una mala costumbre de los periodistas, seguramente instigados por sus "gestores de contenidos" (¡caramba, qué cursis somos ahora!), de confundir churras con merinas, el presidente ha sido tajante. Le han preguntado por la financiación autonómica (como si no hubiera sido suficiente su expresión rotundísima de que Aragón vive, como otras comunidades, en "la indigencia presupuestaria"), y la respuesta ha sido tajante: hoy hemos venido aquí a hablar de un gran proyecto representado por los señores ahí alineados y sería una falta de educación manifestarse respecto a un asunto general de política que tanto nos gusta a los plumillas. Seguramente, el "content manager" de la corporación habrá blasfemado al constatar que el presidente del gobierno que le paga (bueno, en realidad somos los contribuyentes los que apoquinamos) se ha acogido a la buena educación, a la cortesía. De lo contrario, el informativo hubiera abierto con las filípicas de Lambán contra su oposición y los miles de vidas que va a salvar la heparina hubieran quedado para el segundo plano de la falta de criterio. Esto me lo he visto muchas veces, y recuerdo como la más emblemática la inauguración del centro de formación de la Federación del Metal en Monzón, donde el vicepresidente Aliaga fue acribillado inquisitorialmente sobre General Motors y otras fruslerías zaragozanas y, al día siguiente, el motivo central quedó apenas reflejado (en el mejor de los casos) en una línea del segundo párrafo. A eso se le llama deslealtad o confundir el culo con las témporas y el tocino con la velocidad. Al igual que el cuarto de espera en los actos para que lleguen los impuntuales, siempre he sentido que no puedes castigar a los corteses en beneficio de los descorteses.

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