En la época de la comodidad absurda, es una de las frases más escuchadas. La he oído decenas de veces por mi propensión a buscar la verdad aun siendo mi capacidad mejorable, aun siendo yo falible. Y, antes de que personas que me quieren me digan que así me ha ido, lo asumo. Sí, me costó un acoso y una ejecución laboral. Pero por la vida caminamos con la mochila de nuestros valores y nuestras convicciones que, cuando apeas en la orilla y la extravías, te deja en las tinieblas de la incoherencia.
No te metas en líos. En los 27 meses de EL DIARIO DE HUESCA, ha sonado en ocasiones ante interlocutores varios. Afortunadamente, mis compañeras son de mi mismo tenor, audaces y adeptas a lo mejor de esta profesión. De esta vida. Decía Antonio Machado que la verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés. No meterse en líos deriva en una renuncia a la responsabilidad y en una traición a nuestra integridad. Les aviso ya, amigos lectores: estoy a punto de meterme en un par de líos. Lo leerán.
Viene a cuenta esta reflexión del caso de Íñigo Errejón. Más allá de otras consideraciones, me asaltan dos reflexiones que me parecen sustantivas. La fundamental, que a la violencia sexual -presunta o no- del líder de Sumar-Más Madrid se agrega la violencia del silencio, la de todos sus conmilitones, políticos externos, periodistas y otros perfiles de la esfera de concurrencia pública que desde hace meses y hasta años, presumen ahora muchos, conocían la promiscuidad expresada en agresiones del dirigente que llegó en medio de una aureola de intelectualidad para derribar a las castas e instaurar un orden nuevo. La misma que le permitió irregularidades probadas en su desempeño universitario con percepciones por una dedicación que no cumplió.
Ese enmascaramiento social es terrorífico, porque azota directamente en la vulnerabilidad de las víctimas y convierte a los conocedores del delito en cómplices de su comisión. Y, exactamente igual que el autor, ha de conllevar su pertinente castigo, si no judicial, al menos social. El repudio más absoluto hacia las miserables y los impresentables que callaron, dejaron a la intemperie a las agredidas y se arroparon en el cálido y tramposo acomodo del poder.
La segunda reflexión procede de la disociación establecida por el susodicho entre su persona y su personaje, que podría ser concebida como una disociación entre el ser y su interpretación o, en sentido de Ortega y Gasset en las Meditaciones del Quijote, entre el yo y mi circunstancia, y es que quizás quiera salvar el yo precisamente a través de su supuesta acompañante. Chirría por una cuestión fundamental, porque de sus líneas no se desprende ninguna palabra mágica que produce conmiseración, como es el perdón o la disculpa.
Al final, el "no te metas en líos" es un arrebato de provocación al estilo aragonés -¿a que no hay huevos?- para demostrar la integridad y la coherencia, individual, organizativa y social. Un buen amigo, y buen pensador, me preguntaba con sorna esta mañana a qué hora es la manifestación de las organizaciones feministas contra Errejón y sus circunstancias. Y otra se pregunta por el estreno de otra nueva película "Nevenka". Y presumo que, por aquello de la cercanía ideológica, no se meterán en líos.