El presidente epistolar

04 de Junio de 2024
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El presidente se nos ha vuelto epistolar. Resuelve cualquier crisis con una carta, ora para anunciar una reflexión-huelga de brazos caídos, ora para denunciar que un juez ha citado a su esposa, Begoña Gómez, para que declare como investigada por un presunto tipo ilícito de tráfico de influencias. Al final, podemos llegar a la conclusión de que Sánchez está utilizando las misivas a todos los españoles con uno de estos dos objetivos: demostrar al electorado (la confusión con ciudadanía es francamente inquietante por lo que conlleva de una selección poco natural y sobre todo poco democrática) que todo el mundo está contra él y los suyos, a lo que se viene a denominar delirio persecutorio o complejo de persecución; o conseguir una auténtica impunidad.

La utilización del lenguaje es muy puñetera, y mucho más cuando queda plasmado sobre el papel. En los medios hablados, las palabras se las lleva el tiempo y poca gente dedica horas a buscar en fonotecas o videotecas. En el impreso, sin embargo, se desnudan las incoherencias, y de esta manera de la tinta se desprenden tufos de dudosa ética como la búsqueda de condicionamiento a los jueces o la acusación al presidente de la oposición de intentar exactamente el instrumento que él impulsó hace siete años (una moción de censura) blandiendo su legalidad, y hacerlo además con pactos contra natura. Que le pregunten a las viudas de Fernando Buesa o a los hijos de Fernando Mújica si apoyarse en Bildu les parece congruencia ideológica del PSOE. Si hace siete años la censura era legítima para empezar sus 7 de vacas gordas, cuando adelgazan no cambia su esencia tal posibilidad constitucional.

El uso de vocablos tiene riesgos incluso de una mera lectura errónea de una letra. Si se emplea indiscriminadamente la acusación de bulos a los periodistas (sean rigurosos o aunque sean contrarios, que para eso está la libertad de expresión), una simple transformación puede dar la sensación de que lo que quiere Sánchez es bula, esto es, contar con facilidades negadas a los demás para obtener dispensas inalcanzables salvo por el espurio apoderamiento de la prevalencia del poder. Y entonces la mente se puede ir, efectivamente, al tráfico de influencias que el juez, en el ejercicio de su obligación y de las competencias que uno de los tres poderes tiene consignadas constitucionalmente, investiga a Begoña Gómez, a la sazón su cónyuge que ahora mismo puede sostener la presunción de inocencia, pero que a través de documentos ha constatado obviamente que no ha sido prudente ni ética en algunos de sus comportamientos. Y eso no tiene que ver con la ley, sino con la prudencia, rectitud y la neutralidad que es exigible a la cónyuge del presidente y al presidente, que no puede amparar ninguna conducta no ya ilegal, sino ni siquiera estéticamente deplorable.

En el tenor de las letras del presidente enamorado, vuelve a incurrir en una nueva contradicción con otro texto escrito, el de la página 241 de Manual de Resistencia en el que atribuía a lo que ahora llama "tabloides digitales nacidos para propagar bulos" la calidad periodística de profesionales que habían salido rebotados de los ERE de los grandes medios convencionales y, además, la custodia de la libertad de expresión. "Todo mentira. Un gran bulo. Uno más". De todas las tribunas salvo las de prietas las filas al ademán de Sánchez. Y, claro, en esta sucesión de desnudos de sus palabras pretéritas y actuales, acaba la epístola con el gran mensaje que rezuma desde la primera línea, que no es otra que la petición del voto en las urnas frente a las "malas artes". Y una advertencia: quedan más de tres años de Gobierno, de progreso (las actitudes progresistas se practican, no se predican, y no responden a una bandería) y de avances. Aunque, llegando a esta cuestión, con soniquete de imposición de la bula propia, es donde se quiebra la certeza. Al final, dependerá de Puigdemont y de los puchdemones que un buen día le alzaron a la poltrona monclovita. Cría cuervos...

 

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