Rescatados al borde del precipicio

12 de Agosto de 2024

Los últimos días de la Sociedad Deportiva Huesca han sido cardíacos. En una alocada carrera que ni los autos locos de la tele hubieran sido tan certeros en desembocar en el borde de un precipicio mortal de necesidad, los últimos años dirigidos por émulos de Pierre Nodoyuna (No-doy-una) habían conducido, como certeramente ha significado Manuel Ollé, a la quiebra, al concurso de acreedores, a la desaparición. Ni siquiera era solución presentarse en Elche con juveniles. El desastre era total y, aunque el abogado en su alocución en la que ha pasado cuentas pero ha renunciado a dar nombres se ha expresado por momentos con una extrema dureza por las maniobras orquestadas por el pasado para que no hubiera futuro, nos ha salvado la campana. La misma que debiera haber manejado Ramiro el Monje ha sido comprada por dos grupos generosos, Costa y Arqa, para iniciar la reconstrucción.

Aunque en su brillante oratoria (mucho, magnífica) le ha faltado contundencia para denunciar la mano que todo lo ha mecido y cuyo nombre no pronuncia ningún compañero de profesión (y bien que lo siento, porque no saben lo que reconforta la verdad), Petón, ha retratado a todos los personajes del saniete devenido en tragedia: los mexicanos que hasta el último día de la caída de Pini quisieron utilizar una vía institucional para comprar el Huesca sin soltar la panoja, los americanos que hablaron de 45 millones y al final no enseñaron ni 4 o 5 euros; los despechados que se han resistido a perder la oportunidad de cobrar suculentas comisiones por estos compradores fraudulentos como si no hubieran saqueado bastante; los incompetentes por negligencia, y también, por qué no decirlo, los corruptos que han puesto todas las piedras en el camino para que nadie pudiera detener el auto loco hacia el desastre.

También ha querido hacer justicia con una persona que, en todo el batiburrillo de terroríficos intereses, ha recibido bofetadas cuando ha tratado de salvar al club con caricias económicas, Jorge Costa, que al final se ha rectificado a sí mismo (en diciembre dijo que esta etapa ya estaba caducada, impotente y molesto por el maltrato de los dirigentes de entonces) porque ama a la provincia sobre todas las cosas y, además, su hijo admira a Agustín Lasaosa, que no es cuestión menor. Por cierto, el presidente que después de años de incumplimientos del compromiso de 2019, quiso ser descabalgado, como ha asegurado Ollé, por los mariachis.

Esta es otra época. Al frente de la máxima responsabilidad directiva, Ricardo Mur, que no sólo sabe lo que es levantar compañías, sino que las crea y, además, "se juega sus cuartos". Una diferencia muy sustantiva. Como la de un Agustín al que ahora hay algún sector que obvia que padeció, por cariño a unos colores, la pena de banquillo. Y en este rayo de luz, como en otros, puede encontrar, quizás, la esperanza el pequeño accionista despreciado. Y el aficionado que, por fin, puede confiar en que alguien le mire a la cara y le diga la verdad. Que no le mienta. Que le recuerde que este club ha "palmado" más de 14 millones en tres años, que mientras tanto todo eran días de vino y rosas, de chuletones y las cartas de caldos más caros, de Conde Godó y Viena, de mamoneo político. Y que, sin embargo, le agregue que se van a dejar la vida por este club, esta ciudad y esta provincia. Adiós a los derrochadores y que determinen quienes sean si habrá motivos para juicios al pasado. Es tiempo de austeridad y de valores, de esfuerzo y de amor a la Sociedad Deportiva Huesca.