Perder las distancias es fulminar el respeto. No es cierto que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero tampoco lo es que imprescindiblemente fuera mejor. Era sustantivamente distinto. Concebir cada acontecimiento en su contexto ayuda a entender. Ignorarlo obliga a chocar contra la incomprensión y hasta la ignorancia. Miren esa fotografía que les propongo. Me la ha enviado hoy mi amigo Fernando Paúles. Grandioso fotógrafo, sabe entender que la adecuada concepción de la perspectiva contribuye a no invadir la escena. En la escena han de estar los protagonistas, y los buenos artistas de las cámaras manejan magistralmente esas combinaciones imposibles de angulares, diafragmas, obturadores y objetivos para proyectar su prodigioso ojo.
Tácito, ya en el siglo I, escribió que de lejos es mayor el respeto. El aire indica la sapiencia en la posición. Hoy está perdido. Somos "encimistas". Muchos se funden con el que yo llamo "abrazo zaragozano". He visto a muchos empresarios en esa ciudad apretándose entrañablemente con una daga en la espalda en movimientos de rosca-chapa para apretar y aflojar. Así se hace más daño. Luego está lo de nuestros compañeros. Antes era muy distinto. Los fotógrafos se las apañaban para tomar las imágenes. Hoy, primero, la pleitesía a la televisión, a la que la oficialidad mira embobada a cualquier indicación, como si el resto de informadores o cámaras fuéramos prorrogables en la atención. Los hay que arrollan. Y también algún fotógrafo que no concibe que el derecho de informar no entiende de privilegios ni clases. Y menos ahora. Myriam y Mercedes, sin ir más lejos, hacen reportajes visuales que para sí quisieran algunos galardonados informadores gráficos. Bueno, quizás se me ha ido un poco la mano. Pero se meten en medio de las fiestas de Almudévar, las de Ayerbe o las de Huesca como Arturo Pérez Reverte en su época de corresponsal de guerra. Sin complejos. Pero con respeto.
¡Ay, la educación! Presumo por el perfil que a quien se ve menos es a Ignacio Martín-Retortillo, presidente de la Cámara. Era la inauguración de la tercera edición de la Feria de la Imagen y Sonido de Huesca. La espalda plena es la de Rafael Zorraquino, director general de Comercio y Consumo del Gobierno de Aragón. José Manuel Porquet saluda con sus dos líneas paralelas, la de sus emblemáticos bigote y pajarita. Y Antonio Angulo, prudencial, con su americana envolviendo su apego a los jerseys. Más atrás, un servidor, seguramente cubriendo la información. Cada uno en su sitio, en su puesto. En buena sintonía, pero sin intrusión en los espacios. Instintivamente, por el hábito, cada cual conocía su lugar.
No, esto no es clasismo. No es viejo. No está desfasado. Se define en dos palabras, como el "im-presionante" de Jesulín: buena-educación. Rousseau sostenía que es mucho más valioso el respeto que la admiración. El cariño que profeso hacia Antonio y José Manuel no se ampara en el asombro profesional, cuya huella es indubitable pero prescindible. El afecto eterno que les tengo es porque, con su respeto, me dieron alas para volar y confianza para mejorar. Y ahora, en la distancia, precisamente por eso los siento más cerca. Paradojas de la vida. O no.