Saber irse también ayuda a defender la democracia

25 de Julio de 2024
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Joe Biden ha sabido marcharse con la dignidad de un estadista, esa figura que como pregonó Churchill piensa en las nuevas generaciones y no en las propias elecciones como el político. Su frase lapidaria pasará a los anales de las citas: "Defender la democracia es más importante que cualquier cargo".

No es preciso que ahora rodeemos la salida de Biden de una exégesis idealizada. Se va porque le han empujado, y le han empujado por su incapacidad. Pero, aun con todo, su renuncia ha sido el pago exigido por la dignidad. Y con dignidad ha formulado esa realidad hoy tan en entredicho por la profesionalización de la vida pública: defender la democracia es más importante que cualquier cargo.

Si la prevalencia fuera tal, nadie sería capaz de amnistiar un "golpe de estado", como ha repetido hasta en diez ocasiones el Tribunal Supremo sobre la medida de gracia a quienes pusieron en jaque todo un país y que no se esconden a la hora de reconocer que, efectivamente, lo quieren romper. Nadie permitiría dar impunidad a la malversación de caudales públicos. O al terrorismo en cualquiera de sus formas. Nadie consentiría las pulsiones de las regiones ricas para que las pobres sean solidarias con ellas a través del Estado. Nadie buscaría la confrontación por cálculos electorales.

Defender la democracia es más importante que cualquier cargo. Bajo esta premisa, la ética sería un referente ineludible más allá de la estricta legalidad. Y ésta habría de ser innegociable porque, no en vano, España se define como un Estado de Derecho. Como Estados Unidos. Joe Biden ha sabido irse... aunque fuera empujado.

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