Sánchez no sería presidente sin "los recortes de prensa"

10 de Enero de 2025
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Es precisa una inepcia de tamaño descomunal para no rechazar tajantemente, de raíz, la mal intencionada norma que el PSOE ha registrado para negar a jueces y acusaciones la apertura de causas "por recortes de prensa". Es una visión amnésica, interesada y, sobre todo, peligrosa para la democracia.

Cortocircuitar el hilo entre medios de comunicación -los pocos no apesebrados- y el poder judicial es tanto como negar el papel constitucional de aquellos de garantes de la libertad de expresión y vigías de la limpieza del Estado de Derecho y a los jueces el acceso a cualquier investigación periodística que delate la comisión de delitos por presuntos adláteres al poder o directamente inquilinos de las poltronas.

Es, por otro lado, una incitación a la impunidad de los gobernantes como sólo existe en las dictaduras como la de Maduro de la que tristemente no aprendemos nada. Si los medios informativos se han de conformar con las dádivas institucionales para aborregar a un ciudadano pretendidamente infantilizado por la falta de elementos de juicio para conformar su opinión, la corrupción galopará rampante a sus anchas. En realidad, es la propia mediocridad la que está dirigiendo el país, y si no constaten la sucesión de koldos, bernis, abaloses o torres, de los que listillos como los aldamas aprovechan su fragilidad intelectual y su desmesura de inmoralidad. El camino inverso a la meritocracia: a más tontos, más -ilegalmente- ricos.

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Que Sánchez quiere cambiar el estatus quo de la democracia para perpetuarse es tan poco sospechoso como la insania argumental de algunos diputadillos de acá que no entienden que los medios estamos para comunicar o que, efectivamente, hace sesenta años en los pueblos se vivía con mucha más tranquilidad, estuvieran en el poder Franco, Agamenón o su porquero.

Precisamente por esa manipulación de las reglas del Estado de Derecho que se fundamentan en los derechos humanos quiere borrar de la memoria de los españoles que él, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, fue presidente por los recortes de prensa que descubrieron las trapazas y corrupciones de Bárcenas o de la Gürtel. Y Aznar fue presidente porque los medios de comunicación, en su legitimidad y su obligación, dieron a conocer los casos Guerra, Filesa, Roldán, Renfe o GAL. Y Rajoy lo fue por los ominosos ERE, entre otros latrocinios que han afectado a todos los partidos con poder. Lo de ZP ya sabemos cómo sucedió, otro que no ha aprendido de democracia como desvela su apego indecente (esto es, contrario a la decencia) a los tiranos chavistas.

Esto es, la postura contraria a la libertad de expresión, a la de prensa e incluso a la de conciencia es el cierre de la misma puerta por la que Sánchez entró con sus contumaces socios otrora imposibles, hoy deseables. Es la impostura elevada a la máxima esencia. Y, mientras, en su partido, todos quietos. Que el que se mueve se sale de la foto. Cincuenta años después de que el dictador muriera en la cama, alguien quiere revertir muchos aspectos del camino. Y, para ello, necesita aniquilar a los observadores.

P.D.: Cuidado que el peligro es latente. Y, si no lo creen, vean en Netflix "Cómo se convirtieron en tiranos". Pone los pelos de punta.

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