Juan José Castillo, un mítico narrador televisivo del tenis, afincado en Barcelona pero aragonés de nacimiento, dejó en su extraordinaria ejecutoria retransmitiendo a Santana, Orantes, Gimeno o Sánchez Vicario grandes perlas que se quedaron en el imaginario deportivo de los espectadores. Una de las más afamadas, cuando un bote era dudoso, era aquella de "entró, entró, la bola entró". Lo proclamaba después de que el juez de línea señalara con las dos manos hacia abajo y el de silla comprobara el rastro de la pelota en la línea o en la tierra batida.
Este martes, 9 de abril de 2024, apunten la fecha para la historia de la Sociedad Deportiva Huesca, Agustín Lasaosa Laliena ha entrado en el Consejo de Administración de la Sociedad Deportiva Huesca. Durante años, primero por la pertinacia judicial, después por la obstinación de los actuales rectores, parecía que la pelota iba fuera, pero entró, entró. Sostenían sus enemigos internos, con los que compartirá sala (pretender lo contrario es falsear y este club ha perseverado durante los últimos años en un negligente autoengaño), una tesis similar a la de Jesucristo en el Evangelio según San Mateo: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos". Entiéndase el concepto de la riqueza como una metáfora, antes de que la dificultad en la comprensión lectora impida abstraer las palabras evangélicas.
Este mismo cronista ha escuchado reiteradamente la negativa y las proclamas contra el retorno de Agustín, que, sin embargo, es más necesario que nunca. Huido Petón de sus compromisos, sus legatarios han obviado aquella promesa del 31 de mayo de 2019 de la restitución en idénticas condiciones que las de la salida -recuérdese, por preservar la integridad del club- y también el testamento del día en que tomó las de Villadiego de la Fundación en su salida definitiva: aquello de la camiseta, el escudo y la toma de decisiones desde la capital. Tras dos años económicamente desastrosos, donde todas las previsiones malas se han desplomado estrepitosamente, el único objetivo es, permítaseme la vulgaridad, "salvar el culo propio", desnudo el del club. Maquillar las cuentas. Vender patrimonio. Otra vez engañarse y, con ello, faltar al respeto a la afición y, lo que es peor, a la verdad.
Hoy, arruinada la mejor opción -quiero pensar que no definitivamente-, y pensando en la supervivencia personal en el trono, se habla con convicción de las versiones cantadas en mariachi con corifeos mediáticos, y tampoco se desprecian los coros de los Beatles. Y todo a pesar de que la perdurabilidad, la trazabilidad hacia el futuro sólo puede pasar por la jota, esto es, por los de casa. Aquella apuesta millonaria y propia. Lo demás, insisto, es un espejismo cuyas consecuencias futuras pueden ser devastadoras. Sueños de una noche de verano.
Por eso, precisamente por eso, hace falta el hoy nombrado consejero ejecutivo. Que no es para ejecutar, pero sí es para ejecutar (hagan ustedes el juego de acepciones). Para llamar a las cosas por su nombre. Para intentar recuperar la mejor alternativa porque, en tal sentido, es la única, la exclusiva esperanza. La operación sostenible no confía en nadie si no es en él. Y para poner orden en un club con tantos vicios que han producido adicción. Incapacidad para leer la realidad. Para disociar lo que está bien y lo que está mal. Para concebir, como siempre dijo Agustín Lasaosa, que la clave está en ingresar cinco y gastar 4. Durante años, por cada cinco que se han ingresado, se ha gastado como si no hubiera un mañana. Y que haya un mañana, a fecha de hoy, 9 de abril de 2024, depende sólo de la confluencia de Agustín, del presidente in pectore, de la afición...y del deseado.