Cuando escuché en las noticias que Carlos Puigdemont había dado su discurso de diez minutos delante de sus fieles y se había ido tan ricamente, no me lo podía creer. Y cuando escuché por parte del Ministerio la excusa de que no le habían detenido porque los Mosos no habían pedido ayuda a las Fuerzas de Seguridad del Estado supe que, como tantas otras veces, nos querían hacer comulgar con ruedas de molino.
Fue tan fuerte esa sensación que pensé en plasmarla en un escrito, pero luego las actividades de cada día hicieron que lo fuera posponiendo.
Pero luego, leí en El Diario de Huesca la noticia de la jota cantada por Javier Badules en las fiestas de Radiquero y pensé que también él piensa como yo y es que nos quieren hacer creer algo que está más claro que el agua, y es que esta fuga del ex presidente no es otra cosa que la compensación del Gobierno hacia el prófugo por el retraso del juez Llarena en la puesta en vigor de la amnistía para el poseedor de los siete votos que le hacen falta a Sánchez para continuar en la Moncloa.
De este Gobierno ya no puede sorprendernos nada, aunque sí irritarnos.
Desde ocultarnos sus tejemanejes, aunque se llenan la boca con la palabra “transparencia”, a “cambiar de opinión” tantas veces sin dar razón de los motivos de ese cambio, a lanzar cortinas de humo para que nos entretengamos en temas de menor importancia, el ciudadano nunca sabe con qué carta quedarse.
Hemos visto ministros que hoy juran y perjuran que algo no sucederá y al día siguiente su opinión va en dirección diametralmente opuesta.
¿En qué quedamos con tanto cambio de opinión? ¿No se reflexionan los pros y los contras antes de tomar una decisión? ¿Tenemos un Gobierno veleta?
Creo que los ciudadanos que nos rascamos generosamente (u obligatoriamente) los bolsillos con los impuestos para que ministros, asesores y demás personajes que rodean al presidente, incluso él mismo, cobren esos sueldos que, en la mayor parte de los casos, no se ganan. Como el ministro de Transportes, que en lugar de ocuparse de las anomalías que están sucediendo todos los días en los medios de su competencia, se ocupa en denostar a los jueces porque sus sentencias no están de acuerdo con sus deseos.
Así que, sinceramente, les pediría un poco de honestidad para que el pueblo llano esté conocedor de sus actividades y podamos descartar la idea de que nos están haciendo comulgar con ruedas de molino.