Hay ciertos temas que salen a la palestra sin ningún motivo aparente. De repente hay un par de “expertos” y programas de televisión que hablan de ellos y se ponen de nuevo de actualidad. Como, por ejemplo, el ataque al ahorro que estamos viviendo. Hace unas semanas en “La Sexta Noche” el analista económico Francisco Nunes hablaba de que el impuesto más justo era el impuesto sobre donaciones y herencias ya que los hijos no teníamos ningún mérito por la riqueza generada por nuestros padres ¿y el Estado sí? Si Nunes no quiere lo que recibirá de sus progenitores, tiene la opción de donarlo, pero ¿por qué quitar la libertad al resto de ciudadanos? Aunque en cierto modo Francisco Nunes tiene razón, no tenemos ningún mérito en lo que obtuvieron nuestros padres o abuelos, pero ¿acaso no ahorraron ellos por nosotros, su futuro?¿Quién no daría todo lo que tiene por su familia?¿Quién no se deslomaría por las personas que más quiere en este mundo?
También esta semana la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, ha dejado entrever su interés por subir los impuestos al ahorro. La misma ministra que ha generado el mercado laboral más precario de la historia de la democracia, dando lecciones sobre un tema del que no sabe nada. Y por último hay que recordar que este gobierno ha generado un impuesto “temporal” sobre la riqueza.
Con este caldo de cultivo ¿qué tenemos? Un ataque constante hacia el ahorro de las familias. Sé que en esta época de crisis (que se extiende desde el 2008), parece que el ahorro es quizás lo que menos preocupe a los españoles ¿Quién puede ahorrar con la subida de los precios?¿No es un lujo ahorrar si más de la mitad de nuestra renta se va a pagar la hipoteca o el alquiler?¿No es una tarea homérica llegar a final de mes con dinero en la cuenta si los salarios no suben al ritmo que lo hace la vida?
El ahorro es la única manera que tenemos de poder tener un futuro mejor. Todos. Tanto los que parten de estratos bajos de la sociedad como los ricos del barrio Sarrià-Sant Gervasi. Sin embargo, nos han metido en la cabeza que no. Que es mejor no ahorrar y disfrutar de la vida con los pocos ahorros que tenemos. Suscribámonos a todas las plataformas de series posible, viajemos a los sitios más exóticos que conozcamos, comprémonos la ropa más a la moda y si podemos el coche eléctrico. Y esto lo ha comprado una generación entera porque es el mensaje fácil. Lo que están pidiendo es que disfruten y no hagan ningún esfuerzo. Sin pensar en el mañana. CARPE DIEM.
El ahorro es sacrificio. Es muy duro dejar de hacer algo por un futuro del que desconocemos todo. Y ahí reside el poder del ahorro. El ahorro es libertad. Porque el día de mañana es tan incierto que no sabemos que vamos a necesitar. Imaginen cualquier situación y verán cuánto cambian con un poco de ahorro. Sin ahorro se está a merced de quien da limosna. La voluntad ya no será del individuo, sino del dueño del mendrugo de pan que se está esperando. Y así es como se generan los votantes cautivos ¿han visto que fácil? Con sólo decirles a las personas que sacien sus apetitos banales y cortoplacistas, el futuro acaba de caer en manos de los que odian el progreso. El ejemplo lo tenemos en Hispanoamérica. Países como Ecuador, Bolivia, Venezuela, Méjico y Argentina antes de Milei, sufrieron una bajada del ahorro cuando el populismo llegó. La gente gastaba y cuando no tuvo nada, miraron al político que les había prometido el maná y les cambió el trato: si quieren pan, denme votos.
Ahorrar no es sencillo, es necesario.