Hace unos días leí que un concejal de Huesca justificaba el recorte de la ayuda a la Cooperación al Desarrollo a que fueran los ciudadanos los que hicieran sus donaciones voluntarias.
Parece que no sabe este concejal, que la mayoría de los ciudadanos de Huesca desde hace mucho tiempo ya hacen sus donaciones privadas, estando además, entre las más generosas de España.
Y si no, que se dé una vuelta por las parroquias de Huesca el día once del febrero próximo, que es el de la Campaña de Manos Unidas y verá los sobres que se echan en el cepillo; o por el rastrillo solidario que se celebra en diciembre y verá la gente que acude a visitarlo.
Y puedo decirlo porque soy voluntaria de esta ONGD, además soy socia como muchos otros oscenses que tenemos comprometida una aportación mensual, lo que cada uno puede según su presupuesto.
Yo puedo hablar de Manos Unidas, pero sé que en esta ciudad hay bastantes organizaciones más que se ocupan de esta labor tan bonita y tan necesaria.
De todas formas, debería saber este concejal que una resolución de Naciones Unidas de mayo de 1972 y que aprobaron la mayoría de los países, incluida España, dice que se debe dedicar el 0,7% del PIB al desarrollo de los países empobrecidos, y el Ayuntamiento de Huesca no llega ni al 0,1 % según el último informe de la FAS. El objetivo en España, según la información que tengo, es llegar a ese 0,7% en el 2030. Así que vamos a tener que ponernos las pilas. Sobre todo en las instituciones públicas.
Por otro lado, hay personas que no quieren recibir inmigrantes y no se dan cuenta de que, cuando se vive tan precariamente en ciertos países, la gente tiene el derecho de salir a buscar una vida mejor para sí y para la familia, como hicimos muchos españoles en los años sesenta que inundamos Francia, Suiza y Alemania. Yo fui una de ellas. Y así pude ayudar a mis padres que lo estaban pasando mal.
Y le aseguro, porque lo he visto en los diferentes países que he visitado, que nadie que tiene un mínimo medio de vida sale a la aventura a otro país. Muchos, demasiados, arriesgando su vida, como todos sabemos por los medios que nos informan todos los días de los naufragios en el mar.
Esto en cuanto a la emigración económica. Otra cosa es el tema de refugiados que huyen de la violencia de las guerras o de las maras latinoamericanas, como hicieron muchos, demasiados españoles durante la guerra civil que se dispersaron por todo el mundo, que fueron acogidos y que muchos se quedaron en el país de acogida.
Entonces ¿Porqué tener esos sentimientos de rechazo? ¡Aquí sí es necesaria la Memoria Histórica!
Igual un día Dios nos puede preguntar ¿Dónde está tu hermano? Entonces ¿Qué le responderemos?
Según el Evangelio, al final de la vida nos examinarán del amor. ¿Habrá habido amor en nuestro actuar?