La primera lectura de la misa del domingo pasado nos relataba la historia de Adán cuando se da cuenta que está desnudo. A la pregunta de si ha comido del fruto del árbol prohibido se justifica echando la culpa a Eva, y ésta culpando a la serpiente.
¿Qué tiene la culpa que nadie la quiere?
En los miles o millones de años transcurridos no hemos cambiado nada. Lo estamos viendo en estas pasadas elecciones a eurodiputados.
Una ministra del gobierno (hay tantas que ya me pierdo con los nombres y su ministerio), ha dicho que la culpa de que haya subido tanto la extrema derecha la tiene el PP ¿También en Francia o en el resto de Europa? El subidón en Francia ha hecho caer al gobierno. No sé si se ha dado cuenta la ministra.
Otra ministra, una que hace una “política muy buena” y que quizá sea por eso que va perdiendo votación tras votación, asume su responsabilidad y se va, pero se queda ¿Alguien lo entiende?
Y de hacer análisis de lo sucedido, nada de nada.
Lo que sí deberían analizar es el resultado de Se Acabó la Fiesta. Y de eso ni mu. Alvise y sus ochocientos mil votos. Son muchos votos y a mi corto entender significa que los votantes estamos hasta la coronilla de estos políticos que solo saben ofenderse como verduleras (perdón por las verduleras), en la plaza del mercado, pero que no ven más allá de los intereses del partido y de sus bolsillos y no de los problemas del personal corriente.
Si el PSOE no ha tenido una caída más grande en España, que no le quepa duda que ha sido por la fidelidad de sus militantes que, a pesar de no estar de acuerdo con las políticas que se están llevando a cabo, como en más de una ocasión ha admitido Felipe González, no le queda más remedio que votar a su partido. Eso se llama fidelidad a las siglas. Aún así, con los desprecios que estamos sufriendo el resto de españoles, ya que todos los beneficios posibles e imposibles van a Cataluña, no comprendo como todos los socialistas dicen amén a todo. Yo alucino.
Y a todo esto, las tertulias radiofónicas echan humo. Todos saben todo de todo y se quitan la palabra unos a otros queriendo estar por encima de todos y sentando cátedra. Vivir para ver.