Empecemos por poner las cosas fáciles a quienes analizan todo desde las trincheras y sólo leen aquello que responde a las ideas de una de las trincheras; la suya, claro.
Hablemos de los llamados recortes en educación. Grande es el poder de las palabras, como amplio el campo de la semántica. Una sola palabra y ya habrá quien sabe desde qué trinchera escribo. Lo aclararé: mi trinchera es la de un miembro de la comunidad educativa, más concretamente, la de un padre de dos alumnas y, circunstancialmente, un representante del Consejo Escolar de un colegio de educación infantil y primaria.
Sabido es que, nada más comenzar el verano, se convocaron concentraciones de protesta por lo que, tal como se advertía desde los centros educativos y desde las AMPAS, parecía una intención de recortar plantillas de profesorado y de personal auxiliar en los centros públicos. Contestadas las protestas con el argumento de que no había tal recorte, sino una redistribución de los recursos, llegó septiembre y se constataron los temidos reajustes de personal.
"Mentira con patas" y "vago" llamó hace unos días a uno de mi pueblo, de Barbastro, uno de sus consejeros, en una de esas tenidas suyas –de los políticos– de Las Cortes; tan caras como inútiles para los contribuyentes. Ni estoy en condiciones de desmentir lo dicho por el señor Bancalero, ni voy a dedicárselo a usted, pese a que afirmaciones como que "nuevamente se constata la falsedad de que existan recortes" en educación, así lo demande.
Mire, señor Azcón, ni tan grande como Australia, ni tan poblada como China. Los aragoneses tenemos la ventaja de conocer la realidad de las cosas con mucha facilidad. Por ejemplo, cuando en campaña electoral visitó usted Barbastro y desde la puerta del Centro de Salud negó que el gobierno de aquel momento hubiera dado paso alguno en la construcción de unas nuevas instalaciones –mientras el ruido de los albañiles que se hallaban trabajando en esas obras, a unos 50 metros de usted, se colaba en el audio de sus declaraciones– los vecinos supimos que aquello eran palabras de político, o sea, mentira.
En el Ceip La Merced, de Barbastro, el que yo puedo conocer, se terminó el curso pasado con un cupo de profesores de 32,25 y con 4 auxiliares autorizados. Vistas las necesidades crecientes, se solicitaron para el presente curso 5 auxiliares, de las que se han concedido 3. A estas alturas, al igual que ocurrió el curso pasado, tan sólo una de ellas desempeña sus funciones, pues las otras dos personas se han cogido la baja. Digo bien, sí, cogido, porque es tal desastre el proceso de adjudicación de plazas que, parece ser, la salida que encuentran los adjudicatarios es "caer enfermos". Ni se pone pie en pared con ese problema, ni se sustituye el personal de baja por parte de la administración.
Pero es que del cupo de profesores, señor Azcón, este colegio ha pasado de 32,25 a 29,5. Cierto es que, desde el inicio del curso, ha habido algún mínimo incremento, como cierto es que prácticamente todas las semanas el equipo directivo se encuentra con nuevas matriculaciones fuera de plazo, inmigrantes en la mayoría de los casos, cuyo casi menor problema suele ser el desconocimiento total de la lengua castellana. Añada a esto la disminución de atención directa al alumnado de 2 horas para los profesores mayores de 55 años, 12 en el caso de La Merced, y organíceme usted el día a día de este colegio.
No creo que sea justo exigir a aquellos profesores y personal que cumplen y que no se "cogen la baja" que hagan más de lo que pueden y deben. Y no creo que sea bueno para los alumnos y para el proceso de aprendizaje que sus profesores se vean sobrecargados y desmotivados por una administración que debería velar por todo lo contrario.
Estamos a tiempo de enmendarnos: Yo, viendo las cifras globales, le concedo que no ha habido recortes; y usted, escuchando a los centros, atiende la demanda de estos y corrige el reajuste allí donde clamorosamente yerra.