José Martín-Retortillo

Los deberes que nos deja Ramón Colom

01 de Julio de 2024
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Ramon Colom se ha ido para siempre de forma sorpresiva, repentina. Mucho le debe la provincia de Huesca a su laboriosidad. Un técnico enamorado de sus pueblos y de sus gentes, combinando un gran sentido del trabajo con una amabilidad y una discreción sin par.

No es fácil enumerar el enorme listado de sus obras y de sus afanes por las infraestructuras de toda Huesca. Hablamos de un territorio enorme, duro y difícil, muy poco poblado donde siempre quedan muchas cosas por hacer, a pesar de lo mucho realizado. No hay comarca, ni zona donde Ramón interviniera administrando la falta de medios, luchando por la eficiencia de cada euro invertido en los caminos, sabiendo lo mucho que cuestan las cosas y lo mucho pendiente por conseguir.

Una provincia muchas veces omisa, pasota, donde resulta cómodo el criterio de la inacción, como manera de evitar litigios y pendencias. Le tocó luchar contra la inercia conformista de no hacer, como modo de no tener problemas y de dejar para el siguiente la labor pendiente.

Ramón Colom fue un apasionado de las infraestructuras en sus diversas modalidades, participando en foros y debates mucho más allá de sus obligaciones en la función pública provincial. Reflexivo, debatía del panorama de las comunicaciones: fueran las ferroviarias, fueran las autopistas o carreteras en sus diversos rangos, o fueran criterios de ordenación del territorio y del urbanismo. Lo mismo podían ser la Travesía Central del Pirineo que las cercanías zaragozanas, o las reivindicaciones de Monzón, Binéfar y Sariñena. No quisiera enumerar sus muchos logros, que ahí están, recordando que las cosas no caen ni vienen del cielo, si no que hay alguien, algunos pocos, que las trabajan duramente, con constancia y con mucha moral.

Lo mejor que se puede hacer en su memoria es cumplir los muchos deberes que nos ha dejado. Deberes grandes y diversos: Deberes pequeños y humildes, que en muchos casos pueden ser la vida para un lugar, para un espacio cuasi olvidado de la amplia y compleja superficie altoaragonesa. Aportaría cientos de detalles en una relación de más de treinta y cinco años viviendo la pasión por el territorio.

Recuerdo que un día vino a verme a mi trabajo con cinco alternativas y mucha documentación y fotografía aérea para elegir una propuesta carretera de Arascués a Lierta, una historia que, como tantas, lleva décadas entre la sala de espera y el baúl de los recuerdos. Convinimos muy pronto en elegir la opción más alejada de la sierra, la más económica, la que tuviera más pistas hechas y no sé qué más variables. Luego la “superioridad”, por aquello de los galgos y los podencos, lo dejó para otro rato hasta luego.

Ramón siguió con su actitud de servicio en sus afanes. Las cosas cuestan, pero en algunos sitios mucho más.

Insisto en que más que valorar lo mucho que Ramón Colom realizó en su trabajo y desde su posición en la Diputación, cuyo listado sería prolijo, me viene a la mente, con cierta insistencia, la necesidad de recordar y asumir, con más unión y más audacia, los muchos deberes pendientes que hay planteados en estos tiempos difíciles, en los que se ha marchado un gran trabajador de los caminos.

Le recuerdo en su variante desde Campo hacia el Isábena, o su querida y necesaria idea del túnel de Coll de Vent, para unir el Isábena y el Noguera Ribagorzana, el eje norte de Guara desde Bara, y tantas otras muchas cosas.

Ramón actuaba con humildad y con gran afabilidad, poco a poco, tramo a tramo, pero así se iba acercando a la excelencia. Ahora se ha marchado, es una gran pérdida para esta provincia. Descanse en paz.

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