Es el declive de la cultura de configuración cristiana el que deja en peligroso estado de abandono edificios como los de Santa Rosa, Santa Teresa, Capuchinas del Coso. Otros edificios de la misma raíz tienen incierto futuro como, la Compañía, Capuchinas de las afueras, conventos de clausura, el Entorno de la Catedral… Otros están expuestos al mismo riesgo como la Casa de los Oña-Ibercaja, edificio de la Sinagoga Menor, los recintos amurallados… Esto a manera de muestreo sin detallar las casas de habitación maltratadas y abandonadas, los edificios en ruinas o demolidos, y los solares que hacen de casco viejo un conjunto desdentado. Ya están alteradas por menosprecio calles que se distinguieron formadas por edificios con el empaque de lo añejo, debido al ladrillo bien usado pero ajado por su antigüedad, como fueron la de Las Cortes, en otro tiempo de los Caballeros, o de tapial, como las de labranza de la calle Lanuza, en otros tiempos de San Martí. Las que han sobrevivido evidencian que las cosas eran así.
La declaración de 1971 para protección de la ciudad antigua fue oportuna pero no pasó de ser un trámite. Poco después, a partir de 1974 comenzaron las demoliciones desconsideradas, como fue el Hospital medieval de Nuestra Señora de la Esperanza, el Temple, Capuchinas, Colegio de San Bernardo, patio de San Francisco, Teatro Principal, Casa Carderera… El trazado también estaba bajo protección pero fue alterado… y anulados restos arqueológicos destacados como los del parking del Ayuntamiento.
Es tesis, en otros tiempos defendida, que el carácter del colectivo ciudadano está condicionado por el paisaje urbano, su estructura y su apariencia. No en vano están embrutecidos los habitantes de las ciudades americanas, mientras que la cercanía que puede haber en una ciudad como Huesca es un valor que se aprecia con solo salir a pasear por los Cosos.
Se buscan turistas, pero se elimina lo que podía dar imagen distintiva y atractiva, sin que sea la única razón. Cuando queremos dar un toque de distinción a nuestras casas recurrimos a elementos con sabor de antigüedad, auténtico o sucedáneo. Sin embargo hemos eliminado en la ciudad aquello que ofrecía imagen y categoría para la distinción.
El proyecto del Seminario de finales del siglo XIX suponía la sustitución de todo el frontal de la plaza. Entonces desapareció una excepcional fachada mudéjar, que hoy nos enorgullecería. El proyecto pretendía construir en el lado opuesto otra ala semejante a la de la izquierda de la entrada, en cuyo caso hubiera también desaparecido la vieja iglesia. A pesar de ello el solar es amplio y el edificio ofrece muchos metros útiles. Habiendo llegado a ser inviable para la atosigada gestión administrativa diocesana, fue vendido al Ayuntamiento en cien millones de pesetas menos que lo estipulado, con el objetivo y esperanza de que pudiera rehabilitarse con función docente. Esto hace más de veinte años.
El edificio tiene evidentes posibilidades, pero también tiene limitaciones, entre otras carece de un vestíbulo mínimamente aparente y acogedor. Esto se subsanaría noblemente cubriendo el primer patio, el que fue Zuda, mediante una cubierta traslucida, bajo el cual quedaría un amplio, y polivalente hall, incluida una posible aunque no imprescindible cafetería junto a la palmera y el pozo moro, como servicio para multiusos. Del segundo patio, el del XIX, no se está diciendo que sea es el no va más, pero es construcción con valor que está proclamando que allí queda menospreciado. En Huesca han desaparecido claustros excepcionales, como los de la Merced y San Francisco. Parece que también lo eran el de Santo Domingo y el de la Compañía. Razón más que suficiente para la conservación del bien construido del Seminario.
En cuanto a reutilización de este edificio, será discutible cualquier propuesta, sobre todo si los gestores de las instituciones responsables de otras actividades se dejan llevar por la pereza ante iniciativas que rompan su monotonía. Esto no impide que se recuerde que el Museo de Huesca que, como todo museo, necesita más espacio del que dispone, tiene una inigualable oportunidad en toda el ala del Seminario alineada en la calle Alsina, la construida en los años cincuenta del pasado siglo. Es la oportunidad más evidente para rehabilitación. Los problemas inherentes a la coordinación de las diferentes administraciones del edificio del Museo deberían ser superados con voluntad, o coordinados por los gestores de rango superior. Por otra parte, el patio de recreo del que fue Seminario hace años que debería ser un parking fácil que incentivara y facilitara las visitas a la ciudad vieja.
En Huesca hay una sobresaliente actividad cultural. El edificio del Seminario es una excelente oportunidad para reubicar la excepcional biblioteca del IEA. Es también una excepcional oportunidad para dar más vistosidad a la Biblioteca histórica de la Universidad Sertoriana, indudablemente bien custodiada y cuidada en la Biblioteca Pública, pero que por su valor y categoría está pidiendo una ubicación más vistosa. No menos excepcional es la Fototeca provincial, igualmente bien y cuidada y custodiada, en un edificio desubicado que, entre otras limitaciones, tiene un extraño acceso. Debe haber en algún sitio una colección de obras de arte que fueron el inicio de un Museo de arte Contemporáneo, vinculado a la Diputación. No se trata de abrir un museo más, esto es muy serio, pero las obras están dispersas. Sugerencias como estas darán pie para hacer otras propuestas…. Son diferentes instituciones y por consiguiente inherentes complicaciones para la coexistencia. El edificio de Usos Múltiples evidencia que es posible. Lo realizado en el antiguo edificio de la Audiencia Provincial para otras funciones es referencia válida. No es necesario pensar en condominio Siendo el Ayuntamiento el propietario de todo el conjunto es más fácil la cesión, préstamo, alquiler… y por supuesto la coordinación, para tantas cuantas posibilidades se ofrecen.
Esta ciudad tiene una envidiable talla urbana y cívica frente a otras incómodas ciudades incluida la absorbente Zaragoza. Siempre pensé que era el lugar ideal, por su tranquilidad, su ambiente, y su reconocida capacidad de acogida, para facilitar en Huesca el aprendizaje del idioma español, adaptado a estudiantes no españoles, cuando afortunadamente ahora hay amplia una amplia demanda de este idioma. Los padres de estos estudiantes de lejanas procedencias podían confiar a esta ciudad a sus hijos con más tranquilidad y confianza que en una gran ciudad, y con menos costes.
En la ciudad hay numerosos grupos musicales, y de iniciativa cultural, investigadora, docente o recreativa, y grupos de trabajo que se han ganado su reconocido prestigio, como, pongamos por caso, la Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad de la Experiencia, que cada año va mendigando espacio para sus laudables actividades docentes.
Una dimensión inherente a la identidad histórica de la ciudad de Huesca fue la universitaria. Zaragoza en cuanto se dio cuenta de que quedaba en evidencia, trabajó por incorporar esta faceta, sin escrúpulos por mermar la de Huesca. Y lo consiguió, hasta el extremo de anularla. Y cuando pudo mostrarse benevolente lo hizo a costa e Huesca y Teruel. El Campus de Huesca debió recuperar su denominación original de Estudio General, tal como le adjudicó Pedro IV, si no se le quiso adjudicar el calificativo de “sertoriano”. No implicaba independencia. Esto no solo no fue posible sino que impuso su propio logo. Con la ampliación de los campus debió, al menos, pasar a ser “Universidad de Aragón”. La Universidad de Zaragoza omnipresente en las otras ciudades menores aragonesas está lejos de poder exportar una marca prestigiada. A esto hay que añadir el otro error histórico, consecuencia de la pobreza de miras y las cerradas motivaciones propias del ideologías fanáticas, al impedir que aquí se estableciera, tal como se pretendía, la Universidad San Jorge, hace unos veinte años. Al día de hoy ya pueden constatar la profunda equivocación y pérdida de oportunidades que esto supuso.
Al menos todo esto reclama que el edificio del Seminario no se pierda y sirva para potenciar, y hacer evidentes facetas que fueron y son propias de esta ciudad. El edificio del Seminario, en otros tiempos Colegio universitario de Santa Cruz, debe retomar la posibilidad de rememorar esta faceta histórica, al menos como sede de actividades que ya son realidad en Huesca, y que potenciadas de otra forma contribuirán a dar lustre a la plaza, al barrio y a a ciudad..
Si a nuestras generaciones les importa algo más que dejar una vida cómoda a las que vienen a continuación, en coherencia, debemos pertrecharlas con recursos humanísticos que les permitan disponer con autonomía de su futuro. El buscado desarrollo va camino de ser arrollador.