A estas alturas nadie duda de que la escolarización es uno de los temas del año que más expectativas levanta. Entre las parejas jóvenes se debaten pros y contras en un intento por dilucidar en qué centro estarán mejor los menores. La decisión es realmente importante porque replantea formalmente el presente y el futuro familiar. El esquema diario habrá de diseñarse en función del lugar elegido, del horario, pero también de sus nuevos compañeros y compañeras porque no en vano se trata de una nueva socialización.
La trascendencia que tiene se comprueba en las continuas visitas que reciben los colegios para ver las instalaciones con verdadero interés. Todo el mundo quiere acertar. Algunas familias van a tiro hecho y sólo ratifican sus deseos. Los más hacen un recorrido previo por varios colegios antes de decidirse, escuchando atentamente las explicaciones sobre organización, metodología y aprendizaje. En septiembre se incorporan presumiblemente un total de 447 chavales que constituyen la generación de oscenses que finalizará la enseñanza obligatoria en 2036. La fecha, aunque lejana, supone el inicio de un camino que juntos hemos de recorrer. La ciudad cuenta con una docena de colegios, cuatro concertados y ocho públicos, de contrastada calidad. En mi caso, y hablo también en nombre de mi sindicato, siempre hemos defendido la profesionalidad de los equipos humanos.
Dicho esto, y como maestro de concertada que soy, hablo del cariño, entrega, rigor y cercanía que aportan mis compañeros docentes y no docentes en un esfuerzo continuo por asegurar el mayor tiempo posible no solo los aprendizajes sino también la estabilidad emocional y humana de nuestros queridos niños y niñas. Si estás ahí como referente, logras motivar y desarrollas su innata capacidad de preguntar ya tienes la mitad del trabajo hecho.
Es incuestionable que la educación debe erigirse como uno de los valores supremos que nos pertenece idénticamente a todos por igual. Avanzar en ello será bueno para superar la crispación. El saber crítico y reflexivo constituye la herramienta perfecta para lograr el progreso real que genera beneficio al conjunto. Hora es de cerrar brechas y de alcanzar el desarrollo armónico que necesita cada niño y cada niña para desarrollarse conforme a sus propias capacidades.
Educar es sembrar sin límites y aguardar pacientemente. En un centro educativo pocas veces se recogen frutos porque eso se logra a medio y largo plazo. En los procesos se acompaña, pero no se pueden acelerar a voluntad. El objetivo final es colaborar en la búsqueda de personas íntegras que sean capaces de vivir, de aprender de sus aciertos y fallos…y eso es confiar.
Finalizo esta reflexión con otra petición que es un ruego a los padres y madres que rellenarán las solicitudes entre el 10 y el 16 de marzo. Les pediría complicidad entendida como apoyo a los educadores del centro que elijan porque a partir del primer día nuestro personal de recepción, limpieza, comedor, extraescolar, administración y aulas, estará trabajando en favor de la felicidad de niños y niñas.