El Banco de España es una de las instituciones más importantes de la Administración Pública. Es lo que se denomina como “organismo autónomo”, es decir, aunque esté dentro del Estado es independiente del poder político, o todo lo independiente que puede ser una institución cuyo gobernador lo ponga el gobierno.
A lo largo de la historia del Banco de España ha habido numerosos gobernadores que han marcado grandes hitos. No hablaré de políticos decimonónicos que dan mil vueltas a los actuales. Tendría que hablar de Mariano Navarro Rubio, el ministro de Hacienda que modernizó la economía con el Plan de Estabilización (1959), y cuando llegó al Banco de España promulgó una reforma del sistema financiero que consiguió que la fosilizada banca se reconvirtiera para hacer frente a los retos que se le venían encima. En resumen, los ejemplos para señalar grandes gobernadores del Banco de España son muchos. También los hay malos. Y justamente los peores gobernadores de la máxima institución financiera de nuestro país lo han sido por someterse al poder político que les puso ahí. Antepusieron su futuro político al honor del cargo.
Ahora que toca renovar al Gobernador, el gobierno ha propuesto al ministro José Luis Escrivá. Si hubieran hecho esta nominación hace cinco años, ningún economista hubiera dudado de que era la mejor opción. Sin embargo, su paso por distintos ministerios le ha costado la credibilidad. Cuando era un profesional independiente mostraba los datos de la seguridad social y veía una situación dantesca e insostenible, y una vez convertido en ministro, se obró el milagro. Con los mismos datos el problema estaba solucionado. Y ahora, viendo que está preocupado de que los ciudadanos no se masturben más de treinta veces al mes, es más un chiste. Por cierto, escribo entristecido estas palabras pues era un fiel seguidor, y defensor, del trabajo en la AIREF de Escrivá.
En la democracia la lista de Gobernadores no es muy larga. Sólo siete nombres. Déjenme repasarla. El primer gobernador es don José Ramón Álvarez Rendueles, del que se puede decir que puso todo su saber para poder aplacar la crisis de confianza en la peseta y los problemas inflacionarios de los 70. El primero propuesto por el PSOE fue Mariano Rubio Jiménez que, aunque acompasó la regulación bancaria española a la europea, acabó acusado de tráfico de influencias y de defraudar a Hacienda. En cambio, el segundo gobernador propuesto por el Felipe González fue Luis Ángel Rojo. Toda alabanza que se haga de él será poca, a pesar de que ocurrió el caso Banesto en su mandato.
Con Aznar llegó Jaime Caruana ¿conocen a este hombre? Lo más seguro es que no, y es porque hizo su trabajo de manera eficiente y eficaz sin ser noticia en ningún momento. Todo lo contrario que su sucesor, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que hizo funcionar al Banco de España, la mayoría de las veces, como una sucursal del Gobierno de Rodríguez Zapatero en vez de como la entidad independiente y respetable que debiera ser.
Con Rajoy, los gobernadores han tenido un perfil muy técnico, el primero Luis María Linde y el segundo, Pablo Hernández de Cos. Este último respetado por todos los economistas del abanico parlamentario. Las polémicas que ha podido crear no han sido por ser el foco de atención, sino porque decía la verdad, algo que a la Administración de Pedro Sánchez no le ha gustado. Del Banco de España salen los informes técnicos hablando de que las reformas laborales han sido malas para la economía. Gracias a esta institución tenemos proyecciones de la economía más fiables. Y la verdad sólo puede molestar a quien no quiera verla o a los trileros.
Si estuviera seguro de que Escrivá sería el gran economista que demostró ser antes de coger una cartera ministerial, aquí tendrían a un economista que apoyaría su candidatura. Pero el miedo a que la independencia del Banco de España se vea comprometida hace concluir que la propuesta de Escrivá sea, desgraciadamente, inviable.
P.D. El campo de batalla en el que se ha convertido la política española me obliga a hacer este aparte. Es probable que hayan propuesto a Escrivá sólo para que el PP acepte un perfil menos expuesto, pero más cercano a Pedro Sánchez. Lo cual mostraría el poco respeto que tiene el presidente por la figura de Escrivá y su ansia por conseguir una marioneta en el Banco de España.