A veces me dan ganas de declararme objetora de conciencia fiscal, viendo el despilfarro que se hace con el dinero de los contribuyentes. Espero que nunca lo ponga en práctica, más que nada por las consecuencias que tendría para mí y mi familia.
Yo sí iría a la cárcel, no como los políticos catalanes.
Oigo en las noticias que hoy se reúne el Gabinete de Crisis del Ministerio de Igualdad por el hecho de las dos nuevas muertes de mujeres que se han producido este fin de semana.
Y digo yo, si hay un Instituto de la Mujer, ¿para qué sirve el Ministerio de Igualdad? ¿Las competencias no son las mismas? O al menos, eso creí cuando se creó. Tanto más que han aumentado las muertes de mujeres por violencia machista, además de rebajar penas y excarcelar violadores.
Nunca había habido tantos ministerios en nuestra joven democracia. Aunque tal como están las cosas, no sé si es democracia lo que estamos viviendo hoy en España.
Viajes de placer a costa del erario público. Y lo más reciente: el tener que contratar traductores de catalán, euskera y gallego en las Cortes para poder entendernos entre españoles. Para morirse. Y esto solo el chocolate del loro, como dijo hace unos años un político aragonés. Si el común de los mortales tuviéramos acceso a las cuentas, seguro que sería para morirse de como se nos expolia el bolsillo
Para llorar por la imagen que estamos dando al exterior, y también al interior.
Y mientras tanto, paga, sufrido contribuyente