Huesca y San Lorenzo. Siempre me han parecido un modelo de fiestas muy participativo, muy de la calle. Este año no podía ser de otra forma. El blanco y verde que inunda las calles le da un tono muy especial. Sabor a tradición y a naturaleza. La situación de la Sociedad actual contrasta fuertemente con la devoción al Santo Patrón, San Lorenzo.
A modo andaluz, con su Virgen del Rocío y la Macarena a la cabeza, podrán tener mayor o menor fe pero se reconocen en él. He podido comprobar en las caras de jóvenes y mayores, sanos y enfermos una alegría y esperanza que confían en nuestro santo. Lorenzo diácono representante de la primitiva iglesia en Roma supo encontrar el verdadero valor de la pobreza. El cuidado de los enfermos y pobres que mal vivían en la urbe en la época. La soberbia y altanería de los dirigentes de Roma, Valeriano era el Emperador, no daban crédito a que la “riqueza” de la Iglesia fueran esos menesterosos, hay que reconocer que es difícil ver riqueza en la misma pobreza desde el punto de vista material, pero así fue como se los presentó el diácono al Prefecto que había exigido los bienes. Lorenzo repartió todas las pertenencias de la Iglesia entre los pobres. Esto le costó la vida de forma que, sujeto a una parrilla, fue asado por ambos lados. Murió pocos días después de San Sixto tal como este le había profetizado. Feliz de dar la vida libremente y de donde se produjeron muchos milagros y conversiones. Entre ellas de varios senadores del pueblo de Roma que trasladaron y honraron su cuerpo y con el andar del tiempo del mismo emperador Constantino y su madre Santa Elena y con ellos el Imperio entero. De ahí la gran trascendencia de Lorenzo junto a innumerables mártires de los primeros siglos del cristianismo.
Hoy, acabadas las fiestas en honor a San Lorenzo, considero un buen momento para darle gracias por la maravilla que supone tenerle como patrón y seguir pidiendo su protección e intercesión. En las actuales circunstancias del mundo, mucho mejores que en la época de nuestro santo, nos puede ayudar a reflexionar sobre las verdaderas riquezas en nuestra vida. ¡¡Viva San Lorenzo!!