Alegrémonos, el Gobierno de Pedro Sánchez, con dinero de la Unión Europea, va a poner en las zonas rurales la infraestructura necesaria para que haya conectividad 5G. Y esta noticia ha sido anunciada a bombo y platillo. Lo peor de todo es que en las zonas rurales, muchos representantes políticos han celebrado este paso decisivo, pero ¿de verdad necesitamos el 5G en las zonas rurales?
Con este anuncio del gobierno tenemos que hacernos dos preguntas fundamentales:
- ¿Qué necesidades tienen las zonas rurales?
- ¿Cómo cambiaría la vida de las zonas rurales al llegar el 5G?
Habría que hacerse una tercera pregunta ¿Quién sale beneficiado con esta operación?, pero esa pregunta ya se la han hecho algunas empresas telefónicas que han denunciado al Gobierno, pues la subvención para poner la infraestructura del 5G en zonas rurales, al parecer, beneficia exclusivamente a Telefónica. Y en Telefónica hay muchos cargos del PSOE, con Javier de Paz al frente.
Las zonas rurales en general, y las de Huesca en particular adolecen de un problema: la despoblación. Se puede ser rural y no estar despoblándose, pero en nuestro caso nos estamos despoblando. Esto se debe a numerosas causas muy complejas que han sido estudiadas por personas especializadas en este tema. En Aragón hay unos cuantos de esos investigadores. Por muchas soluciones que se pongan, siempre sobrevuela una: se necesita más trabajo.
Las zonas rurales en España necesitan puestos de trabajo, pero no pensemos que se necesita que un ingeniero aeronáutico, un doctor en economía o artistas gráficos vengan a vivir a nuestros pueblos. Se necesita un volumen grande de trabajo. Y eso sólo se consigue mediante la industria.
La industria no se puede posicionar en todos los pueblos de Huesca, pero en nuestra provincia existen numerosos municipios que pueden ser buenos puntos de anclajes o que ya lo están siendo como Monzón, Fraga, Barbastro, Graus, Huesca o Binéfar, entre otros.
¿Acaso no hay industria que se pueda instalar en Huesca? Claro que la hay. Se puede instalar en Huesca, Soria o en muchos otros territorios despoblados. Vemos cómo se abren fábricas en numerosos países del mundo. Muchas empresas eligen otros países antes que España porque es más barata la mano de obra, pero otras muchas no escogen España por las regulaciones dantescas que nos hemos autoimpuesto. No sólo regulaciones medioambientales, sino regulaciones de toda clase y condición, entrando a decidir sobre todos los aspectos de las fábricas. Las regulaciones son tan excesivas que el coste económico de cumplimentación de trámites es el más alto de la Unión Europea.
Sobre si la vida diaria de las zonas rurales se vería afectada por la llegada del 5G, la verdad es que no. Hace unas décadas los políticos se ponían medallas cuando llevaban el teléfono a un pueblo, el alumbrado público o les asfaltaban las calles. Esas actuaciones sí suponían una ventaja. A día de hoy, tener 5G o 3G no marca una diferencia significativa. Como mucho, a algún turista le costará subir menos una foto a Instagram, pero nada más.
Podrán anunciar todas las veces que quieran que van a traer el 5G, pero el mundo rural no necesita que le “ayuden”. Nuestros pueblos necesitan que les dejen crecer libres sin tanto paternalismo ni tantas regulaciones innecesarias.