Antonio Naval

Los nombres de las calles y la sobresaliente identidad de Huesca

27 de Septiembre de 2024
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Ana  Francisca Abarca de Bolea, poetisa y, además mujer, tiene escaso reconocimiento en la ciudad. Ahora que pomposamente se habla de paridad, bien merecía un vial distinguido tipo avenida o boulevar.  Tampoco lo tiene Catalina Lastanosa, también mujer y poetisa, ni el poeta Manuel  Salinas, todos   del siglo XVII, que junto con otros prohombres contribuyeron a hacer de este siglo el  siglo de oro en la Universidad de Huesca. Pedro Malón de Echaide, del siglo XVI, es un personaje desconocido en Huesca  cuando fue en esta ciudad donde escribió “La conversión de la Magdalena”, pieza literaria célebre. Este desconocimiento también había  acompañado al oscense  Pedro Alfonso, cuya obra escrita era conocida en Europa y completamente desconocido en Huesca.  Ahora por lo menos tiene dedicada una calle.

Los Abadía, padre e hijo, pintores de finales del XV, han llevado el nombre de Huesca a museos americanos: Lawrence, KS, Tulsa, OK, Nueva York, NY, Palm Beach, Fl, San Simeon, CA, Nueva Orleans, LA,  y media docena de ciudades americanas, además de Londres, París, Copenhague, Berna, Pau… Merecerían un detalle póstumo por parte de la ciudad, con preferencia a otros. La actividad artística en Huesca, ha sido muy destacada y abundante. No podía ser de otra forma con diecisiete conventos. No hay tantas calles como pintores y escultores que con sus trabajos superaron el nivel popular y artesanal para engrosar la producción específicamente aragonesa. En la selección sería difícil llegar a un acuerdo, me permito sugerir a los Jalón.  Vicente  Berdusán dejó lienzos de mucha categoría, lo mismo que  Bisquert y Bartolomé Vicente.

Gil de Bramante, escultor,  presumiblemente flamenco,  talló  piezas destacadas en Huesca y Alto Aragón como la venerada imagen  de San Lorenzo, restos de un perdido retablo, deformada y disfrazada, que presidió su iglesia, y ahora su capilla. Seguidores de singular Forment como Urliens, y otros como Cristobal Pérez. La creación artística en esta ciudad es más destacada de lo que sabemos. Con los lienzos desamortizados, dispersos en la ciudad,  se podría hacer un museo de mucho nivel y  referencia, al menos, para Aragón.

En arquitectura al menos  José Sofí, merece un recuerdo explícito pues diseñó media docena de edificios en el siglo XVIII que dan perfil a esta ciudad

Gaspar de Lax, de estas tierras,  profesor traído directamente desde  la Sorbona a la Universidad de Huesca, incrementó considerablemente el nivel académico y, consiguientemente, el prestigio de esta universidad. Juan Huarte de San Juan que desde la Universidad esbozó lo que iba a ser la sicología diferencial en función de las posibilidades de cada persona para su mejor rendimiento. Nada más ni nada menos. Martín  Monter de la Cueva, jurista, que  defendió frente a Zaragoza la primacía con exclusividad de la universidad de Huesca, es un desconocido. Sin embargo el rector Sichar que firmó el fin de la Universidad de Huesca y se colocó en la de Zaragoza, tiene una calle. ¡Qué cosas! y don Macario Olivera se fue sin conseguir poner este asunto en su sitio. Oidores en reales audiencias  de España e Hispano América, justicias, jueces, profesores de la sertoriana  como Martín de Funes, Cardenal Badají, Cistue y Coll, Segismundo Monter; Pedro Ric, fue juez de cámara de Castilla, Antonio Vean y Monteagudo, oidor de varias audiencias. Felix de Azara, pionero en ciencias naturales, no tiene calle. La que hay es de su hermano Nicolás, ambos  formados en la Sertoriana. Valdivieso, y Larrumbe impresores  tan innovadores como  influyentes como para haber abierto  y mantenido una  imprenta en Huesca, algo excepcional y actividad sobresaliente en aquella época.

No la tienen historiadores como Vicente  Novella, y Pedro Blecua y Paúl fundamentales para recomponer la vida ciudadana en Huesca con aportaciones complementarias a las de Aynsa y Padre Huesca, que tienen calles. Uztarroz también merece un lugar por muchas razones. Dormer ya la mereció.

El obispo Juan de Aragón, a principios del XVI, mejoró la imagen de la ciudad, humanista él, elevo el nivel de la Universidad, y el ambiente intelectual de Huesca, a niveles que han sido olvidados y dio forma a la Catedral de la que presumimos.  Pedro del Frago, obispo de Alghero (Cerdeña) y después de Huesca, también  de destacado nivel intelectual, que modelo la ciudad y la Universidad. Antonio Sanchez Sardinero, también obispo, en el XVIII creó (1776) en Huesca una pionera escuela para niñas, algo entonces inaudito y lo que hoy llamaríamos rompedor y progre.

Las sugerencias  ni son únicas ni mucho menos pretenden ser un listado  exhaustivo.. En alguna otra ocasión he propuesto que, en el Parque, allí donde estuvo el Monumento a los Caídos en la última guerra, se levantara algún tipo de memorial con esculturas, bajosrelieves e inscripciones con las figuras destacadas o muy destacadas de esta ciudad. Zaragoza tiene algo así en la fachada del Paraninfo.  El nivel e historial de esta ciudad lo merece. El Parque quedaría muy ennoblecido.

Las calles dejaron de ser identificadas  por hechos de la vida cotidiana, Alta, Baja, del Aire, del Horno… o, en Huesca, Pataquera, Alpargán, Correría, Barrio Nuevo… sana costumbre preferente en los pueblos. También tomaron nombre de las familias más distinguidas y admiradas, que daban realce al pueblo o ciudad, que se enorgullecía de su presencia, aunque fueran ricos. Cuando la nominación pasó  a ser objeto de antojos de los gestores públicos  condicionaron  a los ciudadanos a identificarlas con sus veleidades políticas, obligando a vincular su diario vivir, su residencia,  a estas nominaciones que podían ser ajenas, incluso denigrantes. Ni que decir que la mutación de denominaciones de calles con nombre,  impuestas hoy por políticos, a veces vengativos más que reivindicativos, lo único que consiguen es trastornar con los cambios a los residentes que en ellas viven. Haber sido fusilado en tiempos del franquismo no es ningún mérito y menos después de haber borrado, o pretendido borrar, los nombres de quienes tuvieron que hacer piruetas para mantener el tipo y el de sus convecinos en esa época. Quien no conoce o reconoce su historia, la de su colectivo, su ciudad, irá al pairo de los vivales ansiosos por manipular a sus conciudadanos.

Cada año se ven más desfiles de niños de los colegios atravesando ordenadamente la ciudad. Sus profesores además de llevarlos al Parque o exposiciones ocasionales, lo cual está muy bien, tienen y tendrían la oportunidad de ilustrarles, visitando las calles y trabajando sus dedicatorias. Esto es más ilustrativo que las recreaciones teatrales, más fantasiosas   que  actualizadoras  de historias,  más de pasatiempo que de instrucción básica. Los nombres de las calles deben llevar el subtitulo de su relevancia.

Esta ciudad tiene mucha más historia y más consistente  de la que se difunde. Ella es alma de una identidad, muy lejana a la vulgaridad. Huesca nunca mereció  la denominación en diminutivo que le dieron los iletrados oscenses  con afán de demostrar que   ellos son distintos por pretender estar por encima.

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